Esta semana el Congreso intentará una sesión, que negoció Mario Negri con el jefe del bloque Germán Martínez y la presidente de la cámara Cecilia Moreau. Hay una agenda de temas pendientes, como los créditos UVA y la ley de alquileres, que nadie se anima a tocar.
El descansadero que significó el cierre de listas abre otro turno: el de las nuevas encuestas que este lunes estarán en la tarea de campo. Los cuarteles de campaña quieren analizar las ventajas y las desventajas de los tickets principales. Por ejemplo, cuánto vale Larreta junto a Morales, y cuánto estos dos junto a Carrió, cuya candidatura al Parlasur va pegada a la tira presidencial.
Más jugoso será el examen de una verdadera paritaria ideológica: la puja Massa-Grabois en el peronismo. Las dos fórmulas de Juntos por Cambio están prevenidas del riesgo que significa el nombre de Massa como adversario.
Más allá de las pinceladas temperamentales, nombres como los de Larreta, Bullrich, Massa o Morales apelan al voto moderado de centro derecha y pisan el mismo padrón. Grabois es la disonancia, aunque el gobierno cree que es una explosión controlada.
Un riesgo, también porque los políticos argentinos tienen la costumbre de crear mecanismos que después no pueden controlar. Uno de ellos son las PASO, creadas en 2010 por el peronismo para perjudicar a sus adversarios, pero que se les ha vuelto en contra y no saben cómo eludir el sistema.
Dos coaliciones de cuentapropistas
La creencia en que la competencia fortalece el corazón sigue siendo cuestión de fe en la oposición. Juntos por el Cambio cree que la disputa Santilli-Manes en las PASO de 2021 en la provincia de Buenos Aires fue beneficiosa porque movilizó al padrón hasta representar un 40% del electorado, como si fuera una elección general, no una interna.
La realidad es que ni Cambiemos ni Unidad por la Patria tienen una conducción, aunque fuera en una mesa horizontal de caciques. Son dos UTEs de cuentapropistas que no analizan los intereses comunes, no comparten diagnósticos y carecen, en consecuencia, de estrategia en defensa de objetivos comunes.
Esa disipación de la conducción ha llevado a la tupacamarización del radicalismo, que pone vices a candidatos del PRO; a la crudeza del enfrentamiento entre Macri y Larreta y a la desatención de JxC hacia el peronismo, una familia política inmensa que están dejando en manos del oficialismo o del peronismo de Juan Schiaretti.
Historia de dos ciudades (perdidas)
En los últimos meses esa falta de liderazgo y estrategia de la oposición le ha hecho perder en dos ciudades cuyo voto controlaba. Tucumán estaba en sus manos y la perdió frente al peronismo manzurista.
En Córdoba, el dominio de Cambiemos del voto en la Capital se disipó en las elecciones a gobernador. Ahora tienen que disputar la intendencia de una ciudad en donde Martín Llaryora obtuvo los resultados que le hicieron ganar la gobernación.
En esa provincia ocurrió el desatino mayor, como impedir que hubiera unidad entre Larreta y Bullrich. Costó que Mario Negri, conductor de la oposición en el Congreso nacional no compita por la reelección. Es como que la oposición cumpliera un objetivo estratégico mayor del oficialismo: descabezar al mando principal.
Ya inhabilitó a Macri candidato – aunque más no fuera a jefe de gobierno de la CABA. Lo convenció de que no tiene receta para gobernar con este peronismo como oposición. Ahora festeja el desplazamiento de Negri como jefe de Cambiemos, que es una coalición legislativa.
Cumple uno de los objetivos señalado por el estratego Sir Basil Liddell Hart: producir en el enemigo una dislocación psicológica disparando a la cabeza. Esta semana se preguntaban en serio en el oficialismo de la cámara cómo podrán reemplazar a un interlocutor como Negri.
Esta jibarización ya ha ocurrido antes en el radicalismo. En 2001 Rafael Pascual, que era presidente de la Cámara de Diputados, se fue a su casa porque no pudo ser candidato a renovar la banca por la Capital.
Y el síndrome se repitió en 2013. Ricardo Gil Lavedra, jefe de la bancada de la UCR, pasó a vida civil porque no alcanzó el porcentaje de votos para ser candidato a renovar como diputado por UNEN, fuerza que además ganó encabezada por Carrió-Lousteau.
La racionalidad de la sobrevivencia
El peronismo, no menos balcanizado que la oposición, actuó con más racionalidad al poner como primer candidato a reelegir su banca a Máximo Kirchner, que asegura la representación de su madre, que controla el peronismo del distrito más grande de la Argentina.
Y pese a que Maxi había renunciado a la jefatura del bloque, enojado por el acuerdo con el FMI que firmó quien ahora encabezará la fórmula presidencial. Esta racionalidad intenta remediar la fragmentación de liderazgos, orígenes y objetivos de los peronismos del interior y del AMBA, que terminan encontrando atajos de sobrevivencia con el auxilio de actores no peronistas, como son el gobernador radical de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, gerente de la fórmula Massa-Rossi, o el dirigente Juan Grabois, de la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular).
Gobernadores impusieron condiciones, como en 2019
El protagonismo de las personalidades, esperable en el turno de cierre de las candidaturas, arrastra las interpretaciones al territorio de la psicología.
Como se trata de una carrera de ambiciones, puede quedar por momentos oscurecida la racionalidad que está detrás de todas las acciones en política. Importa detenerse en esa racionalidad de las decisiones, para entender cómo pasan las cosas y las consecuencias que generan.
El peronismo anotó dos fórmulas presidenciales en un minué que no es un conflicto de pasiones. Fue la salida que le encontró a la imposibilidad de imponer una fórmula única. Pero tiene una contracara virtuosa: el peronismo volvió a taparse la nariz y acuñó, como en 2019, un lapso de tregua y unidad.
Es la condición para poder competir con alguna chance en unas elecciones que el peronismo mismo, y la sociedad a través de los sondeos de opinión, le dan por perdida de antemano.
La tregua la volvieron a imponer, como en 2019, los gobernadores, que encajaron un tacazo a tres bandas: 1) sacar del ticket presidencial a Wado de Pedro, vicario del cristinismo; 2) impedir una puja de titanes entre Daniel Scioli y Sergio Massa; 3) dejar abierta una ventanilla que sirva de válvula al desencanto con Massa, con la candidatura testimonial y figurativa de Juan Grabois.
Evitar otro 2015
Esos tres golpes de taco tienen en efecto una alta racionalidad y buscan proteger los intereses del peronismo, amenazado con una derrota que puede replicar la de 2021.
Está escrita en el agua: sacó en las legislativas de aquel año un 30% de los votos con una inflación que es la mitad de la actual. Plantear una PASO con fuerzas potentes como podían ser las de Massa y Scioli era incurrir de nuevo en el error de 2015 en la PBA con la PASO Julián-Aníbal. Dejó tantos heridos que, lejos de fortalecer con la competencia, debilitó la candidatura de Fernández y arrastró al peronismo a la derrota.
Scioli vs. Massa exhibía debilidad
La salida no fue un torneo de temperamentos y traiciones, como cuenta la leyenda periodística. Scioli entendió las explicaciones de Alberto y de Cristina sobre que esa interna con Massa podía producir la derrota de uno de los dos, pero desnudar la debilidad del conjunto. No está probado que en el peronismo la competencia mejore la rentabilidad global. Sí es probable lo contrario.
El perdedor en el peronismo, ante la derrota, también pierde la lealtad a la marca. Es la razón por la cual el peronismo exalta – hasta con una fecha en el calendario – la Lealtad como un bien escaso, y difícilmente renovable. Scioli escuchó el argumento y se resignó al dictamen de los gobernadores, que bajaron a Wado con el argumento de que si era candidato les trasladaría listas cristinistas a las provincias.
Querían, como explicó el santiagueño Gerardo Zamora, en casi una decena de conversaciones con Cristina y con Alberto, en representación de la liga de gobernadores, a Massa como el más competitivo a nivel nacional que, además, tiene el apoyo del mundo del capital. Primó la demanda de los mandatarios que en 2022 cerraron sus ejercicios con superávit fiscal. Ese es el seguro de la permanencia en sus cargos y del control de los territorios. Exponerse a amenazas del puerto sería una frivolidad.
Té con pastafrola en el Senado
Cristina lo recibió el miércoles a Scioli en el Senado con té y pastafrola, con el ánimo de permitir que Daniel jugase también en favor de la racionalidad. «- Mira con lo que te espero», le dijo la vice.
Charlaron más de una hora a solas, hablando poco de política (los políticos no suelen hablar de política). Dedicaron más tiempo a la nostalgia y los recuerdos de los buenos momentos. Scioli coronó tanta mansedumbre con el pedido de que entrase al salón del Senado su hija Lorena: » – Mirá quién quiere saludarte», la introdujo.
Quienes no tienen la capacidad de lectura del sciolismo se embalaron con las tramas de la traición y la vergüenza ajena. Scioli entendió que tampoco en este round salirse del entorno del peronismo kirchnerista le podía reportar algún beneficio.
Defrauda a quienes hacen una lectura no sciolista de sus gestos y lo retratan como herido y traicionado. El prefiere el rol de quien pacifica hacia adentro y contribuye con su paso atrás a una salida no conflictiva de un dilema. También él se beneficia de no participar de unas elecciones que podría perder por segunda vez en ocho años. Que esta mochila la carguen, en todo caso, quienes han gobernado, incluyéndola a Cristina.
Proteger a Sergio de una derrota
El gatillo de su declinación de la candidatura lo jaló el apoderado del frente Unión por la Patria, el abogado Juan Manuel Olmos, que también firmó la aceptación de la adhesión de la lista de Juan Grabois-Paula Abal Medina. Un regalo que no le hicieron a Scioli, a quien le pedían que anotase candidaturas a todos los demás cargos en disputa.
Grabois llevará colgado de su fórmula al resto de los candidatos del ticket Massa-Rossi. Permitirá que el electorado cristinista, identificado con el humor anti-Massa tenga esa válvula de escape. ¿Por qué no aceptaron esa adhesión también a Scioli-Tolosa? Mirá si ganabas, o le quitabas la mitad del apoyo al ministro de Economía, le dijeron Alberto y Cristina.
El socio del silencio
¿Y Grabois?, repreguntan los sciolistas. El gobierno no cree que Grabois sea competitivo en términos importantes. Va a hacer una elección decorosa en algunas comarcas cristinistas altamente politizadas, pero compartirá fiscales del oficialismo de Olivos y del Instituto Patria. No es mal negocio.
La fórmula del jefe de la CTEP se lleva la mitad de los adelantos de fondos de campaña y también cobrará, después de las elecciones, la retribución por voto que concede el Estado. Más importante, sin embargo, es el salto cualitativo que da su fuerza.
Grabois ha dicho en algún momento que no es peronista. Si Massa gana, será Gardel; si pierde, a Devoto. En este caso los peronistas se encontrarán con Grabois sentado sobre los votos.
En la negociación hay réditos mutuos, como candidaturas para gente del dirigente social, como Fernanda Miño, administradora de los fondos de la Ley de villas, que crecen día a día porque esa norma está enganchada a varios tributos.
El FISU – Fondo de Integración Socio Urbana – recibe un goteo de fondos del impuesto a los superricos, del llamado Impuesto País sobre el dólar y el de créditos internacionales. Cuando se prorrogó la ley en 2022, llevaba recaudado unos $75.000 millones, que estaban invertidos en bonos del tesoro a través de la ANSeS, como indica la ley. Ese dinero es administrado por Miño (secretaria de Integración Socio Urbana, que es candidata a diputada nacional en la lista de Unión por la Patria en Buenos Aires.
La “Natinha” sigue abierta
Cumplió con todas las photo opportunities que le reclamaron Massa y el gobierno, y se volvió este fin de semana a Brasilia. Tiene como misión preparar el lanzamiento del libro-balance de su gestión como embajador en Brasil. Es un álbum con historias y fotos que lleva el título «La reconstrucción de la relación con Brasil: Diplomacia Emocional, Ejecutiva, Comercial, Gastronómica y Deportiva».
Es una reivindicación de su gestión, y de cómo manejó las relaciones con Bolsonaro y Lula. Aporta anécdotas como la función que ha cumplido en su gestión el equipo «La Natinha» (RAE: dícese de una ñata pequeña y brazuca) para crear camaradería con funcionarios del gobierno de Brasil a quienes invitaba a jugar al fútbol con un tercer tiempo con parrilla.
Todo listo para ir a San Juan
Horacio Rodríguez Larreta tiene libre este domingo para salir rumbo a San Juan, si el candidato de la oposición local, Marcelo Orrego, gana las elecciones a gobernador. Despejó la agenda después de mirar encuestas que le dan rango competitivo a Orrego, que puede convirtiese en otro Poggi, ganador en San Luis a costa de la derrota de los hermanos Rodríguez Saá.
Orrego disputará con la marca de Juntos por el Cambio la gobernación que intenta retener el peronismo. El oficialismo lleva a Rubén Uñac y a José Luis Gioja como lemas que disputarán el cargo dentro del sistema de la ley de lemas.
El actual mandatario Sergio Uñac era el candidato para las elecciones del 14 de mayo, pero fue inhibido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación ante un amparo por inconstitucionalidad. Ese día los sanjuaninos eligieron en el resto de las categorías. El 14 de mayo, el oficialismo se atribuyó el 51% de los votos, contra el 36% de lo que sacó la oposición que encabeza Orrego.
Es incierto el resultado. No sólo por la complejidad de la ley de lemas en unas elecciones en la que compiten 10 fórmulas. Tampoco es lo mismo la movilización masiva que significa ir a las urnas con las listas de candidatos a otros cargos, que hacerlo para una elección limitada a la gobernación.
Para los pollsters del larretismo, Orrego puede convertirse en un nuevo Poggi. Orrego y el puntano Poggi están del lado de la candidatura de Larreta en la puja con Patricia Bullrich. Ir a San Juan, en caso de que Orrego gane este domingo la gobernación, completará la caravana que Larreta recorrió en la semana con su compañero de fórmula, el radical Morales.
Estuvieron el jueves en Corrientes, con el radical Gustavo Valdés; en el Chaco, apoyando la chance del radical Leandro Zdero, que ganó las PASO de JxC local y disputará el 13 de septiembre con Jorge Capitanich, que buscará su relección; siguieron a Santa Fe para acompañar a Maximiliano Pullaro y terminaron con un desayuno este sábado con Rogelio Frigerio en Paraná.