Alivio. Esa es la palabra que más se repite en River desde el sábado a las 19.45 cuando el árbitro colombiano Wilmar Roldán dio el último pitazo en el Maracaná de Río de Janeiro y Fluminense se consagró campeón de la Copa Libertadores tras vencer a Boca por 2 a 1 en el alargue. Y con el correr de las horas, las palpitaciones que generaba ver al eterno rival en el partido decisivo del máximo torneo continental bajaron y la tranquilidad volvió a los cuerpos riverplatenses.
El triunfo de Fluminense evitó el temblor interno que podría haber generado que Boca consiguiera la séptima Libertadores. Es que en el fútbol aparecen estas cuestiones simbióticas, en las que los logros de uno pueden repercutir en el otro. Así funciona generalmente. Entonces, la derrota xeneize calmó los ánimos en Núñez.
De esa manera, River quedó en las puertas de ser el ganador del año. Al menos en el duelo permanente que mantiene con Boca. El conjunto Millonario fue campeón de la Liga Profesional y está en carrera para obtener dos títulos locales más de aquí a fin de año: la Copa de la Liga, en la que es líder en su zona, y el Trofeo de Campeones. A su vez, en la tabla anual le sacó 20 puntos al segundo (Talleres) y ya se aseguró la presencia en la Supercopa Internacional, como así también en la Supercopa Argentina por haber obtenido la Liga.
También los triunfos en los dos Superclásicos del año adquieren mucha más relevancia. River ganó en el Monumental y en la Bombonera. Así, Martín Demichelis se convirtió en el primer entrenador Millonario desde 1986 en derrotar a Boca en sus dos primeros enfrentamientos.
Foto MARCELO CARROLL – CLARIN Al margen de que Micho había sacado chapa hace poco en una conferencia de prensa respecto a estos triunfos, pareció inoportuno que lo haya declarado con Boca a punto de disputar la final de la Libertadores. Es que la performance de su equipo en el torneo continental este año fue floja. Pasó con lo justo la fase de grupos y se quedó afuera en octavos de final tras caer en los penales con Inter de Porto Alegre en Brasil, donde al equipo le faltó rebeldía para hacer valer el 2-1 que había conseguido en la ida.
A esa derrota le sucedieron sacudones internos entre el técnico y los jugadores. Pero con el correr de los meses, el triunfo en la Bombonera y que Boca no haya ganado la Copa apagaron el fuego. Ahora, River llegará a fin de año con más serenidad. Es más: podría recibir otra «alegría» desde la vereda de enfrente.
Foto MARCELO CARROLL – CLARIN Es que si Boca no se clasifica a la Libertadores del año que viene, River entrará automáticamente al Super Mundial de Clubes de 2025 (se jugará en Estados Unidos con 32 equipos) porque está mejor posicionado en el ranking de la Conmebol. Vale recordar que a esa competencia clasificarán los cuatro campeones anteriores a 2025 (Palmeiras, Flamengo y Fluminense ya tienen asegurado su lugar y falta el de 2024) y los dos mejores ubicados en la clasificación de la entidad sudamericana, que hasta el momento son River y Boca (está en la cuarta posición detrás de Palmeiras y Flamengo, pero estos dos equipos brasileños ya están clasificados).
Ahora sí, con el panorama despejado de eventuales pesadillas ajenas, esos dos clásicos, el título de la Liga, el récord histórico en el Monumental (de 20 triunfos consecutivos), la gran diferencia de 20 puntos respecto al segundo (Talleres) en la tabla anual ya no tienen gusto a poco.
De aquí a diciembre, como ya se mencionó, River intentará conseguir dos títulos más. Y después, reestructuración de plantel mediante, la intención es armar un gran equipo con la intención de volver a conquistar América en 2024. Mucho más después de que sonara con fuerza que el Monumental pica en punta para ser la sede de la final de la próxima Copa Libertadores.