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Si te invitan, decí que no irás. Si vas, no hables. Y si hablás, no digas nada: Powell, Caputo y la regla Greenspan en economía

El expresidente de la Reserva Federal Alan Greenspan contó una vez que una persona se incorporó al Comité de Política Monetaria del banco y al poco tiempo llegó a su oficina con el siguiente planteo.

—Alan, me invitan a hablar en mi exuniversidad y en la televisión.

El Chairman, que tenía unos años de experiencia en el cargo y en el ambiente, le dijo:

—Mirá, si podés no vayas, decí que no. Pero si tenés que ir, no hables. Y si tenés que hablar, no digas nada.

Greenspan fue el economista que sucedió a Paul Volcker como titular de la Reserva Federal en 1987. Desde el arranque, se resistió a adoptar un esquema de metas de inflación para controlar los precios por un motivo táctico: creía que su tarea principal era ocuparse de los precios y que el poder de las palabras de los economistas estaba sobrevalorado.

En una reunión de 1989 del Comité de Política Monetaria, y después de hacerse el distraído ya un par de años, Greenspan directamente rechazó la propuesta de adoptar el esquema de metas de inflación que se basaba, básicamente, en acomodar la tasa de interés según el objetivo. Pero uno de los aspectos clave para que ese mecanismo se vuelva eficaz es la transparencia con que se transmite a los inversores, empresas y ahorristas la política monetaria, de manera que entiendan por qué la autoridad monetaria podrá poner ‘casi con la mano’ la inflación en el rango elegido. Greenspan no quería saber nada con ello. “Somos más lo que hacemos que lo que decimos que hacemos”, resumió un día uno de sus asesores en 1989 luego de que George H. W. Bush ganara las elecciones prometiendo no aumentar los impuestos y después hizo lo contrario.

Algo de todo esto parece estar atravesando al gobierno de Javier Milei por estas horas que, como explicó el exministro de Economía Nicolás Dujovne en una entrevista con Clarín días atrás, basó su plan de estabilización en un anuncio fiscal que sorprendió a los mercados y sirvió como ancla para despejar el fantasma de la hiperinflación. Sin embargo, algunos movimientos elegidos fueron contrarios a su discurso de campaña (la suba de retenciones) y las explicaciones para ver cómo se llega al objetivo no terminan de llegar y algunas no convencen aún.

En las apariciones en TV que el ministro de Economía, Luis Caputo, hizo en la semana no brindó los detalles de cuáles son esos números que reflejarán la mayor recaudación y menor gasto para alcanzar el déficit cero total. En Economía comentan en off the record que el 75% del esfuerzo no depende de la Ley Ómnibus e incluso la consultora EcoGo dice que sería del 80%. Pero los números finos y las fuentes que permitan que ese ejercicio sea sostenible son una incógnita. Por ahora.

Greenspan estaba a favor de que los economistas en el gobierno, y especialmente en el Banco Central, transmitan confusión para que la certeza no incentive la especulación o la decepción. “Si le parezco demasiado claro seguro entendió mal lo que dije”, le señaló una vez a un representante del Congreso.

Hay quienes creen, en cambio, que actuar de ese modo es un riesgo y que la comunicación debe ser clara sobre todo, como dice Dujovne, cuando se hace énfasis en el ancla fiscal.

“La ambigüedad se utiliza pero en juegos no cooperativos como el póker”, explicó una vez Ben Bernanke. “La política monetaria es un juego de cooperación y el punto en todo esto es que los mercados estén del lado del policy maker y nosotros debemos trabajar”.

Esto que dice Bernanke es aplicable también para la política fiscal, que es un juego de cooperación como se vio en el Congreso en los últimos días. Quizá el revés del Gobierno fue que no le interesó negociar la ley Omnibus como un juego cooperativo.

“Si no damos información de nuestras intenciones, de algún modo u otro el mercado hará supuestos por nosotros y llegará a alguna conclusión que confirmará que somos malos a la hora de informar y que preferimos que el mercado moldee la información y las expectativas de la nada”, concluyó Bernanke.

En EE.UU. las cosas cambiaron y el modelo Bernanke se terminó imponiendo.

Por ejemplo el domingo pasado, el actual titular de la Reserva Federal, Jerome Powell, dio una entrevista en el programa 60 minutos, de la televisión estadounidense, donde debió salir a aclarar que el banco no bajará las tasas en marzo como el mercado pensaba o creía que sucedería. De hecho, hace ya un año y medio que los inversores sistemáticamente vienen creyendo o apostando a que la Reserva bajaría las tasas y no sucedió. Quizá por ello, Powell decidió enviar un mensaje directo en ese programa de TV, y ser taxativo como Bernanke sostenía, en lugar de murmurar y esconderse como Greenspan proponía.

¿Y en Argentina qué sucede?

Por ahora acá se impone más la regla Greenspan en los funcionarios del área económica. Si tienen que hablar lo hacen pero como dice el Maestro (Greenspan) “vayan pero no digan nada”.

Caputo no da todas las respuestas cuando habla. Las circunstancias políticas quizá lo obligan a ello. Y la recesión que se avecina, también.

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