Un día después de que el presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, visitara la Casa Rosada para participar de un anuncio con el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona -un gesto institucional que se registra poco a lo largo de los gobiernos y que es leído como un signo de buena salud en la relación entre poderes-, Javier Milei anunció que remitirá el pliego del juez federal Ariel Lijo para ocupar la vacante que hay en el máximo tribunal.
A solo cien días de gestión, en la Casa Rosada interpretan que la Corte Suprema actual no le dará al gobierno de Milei el aire que esperaba para poder avanzar con las reformas ultraliberales pese a la situación de debilidad parlamentaria que tiene La Libertad Avanza.
La decisión de la Casa Rosada, por el timing y por su contenido, constituye el primer mensaje político desafiante dirigido a la cúpula de la Justicia. Primero, porque a Lijo lo une un hilo invisible pero conocido por todos en los tribunales con el juez supremo Ricardo Lorenzetti, que está enemistado con Rosatti. Es decir que si el pliego de Lijo prospera (todavía se necesitan dos tercios del Senado) en el máximo tribunal se podría crear un nuevo núcleo de poder que haga de contrapeso a la mayoría que el presidente del cuerpo conforma circunstancialmente con los otros dos miembros, Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda.
Pero el Gobierno no se quedó únicamente en el movimiento de llenar el casillero que está vacante, sino que fue más allá y propuso, anticipadamente, el nombre que quiere para llenar el lugar que se abrirá recién en diciembre, cuando Maqueda cumpla los 75 años. Para poder hacer esto, que es inédito, Milei tiene que modificar un decreto, el 222/2023. En el comunicado oficial en el que informó las postulaciones, el Gobierno agradeció con nueve meses de anticipación los servicios prestados por Maqueda.
Para cubrir la vacante futura el Gobierno propuso al jurista y académico Manuel García-Mansilla, que es el decano de la facultad de Derecho de la Universidad Austral. En la Casa Rosada destacaban el perfil “liberal” del jurista, que tiene un perfil pro-empresario y que ya se ha manifestado en contra de la legalidad del aborto y a favor de la dolarización.
En la Corte que imagina Milei no solo habría un nuevo factor de poder en la dupla Lorenzetti-Lijo sino también una impronta más emparentada con el ideario liberal, encarnado en García-Mansilla y Rosenkrantz, ya que este último fue nombrado durante la gestión de Mauricio Macri.
Las postulaciones que hizo hoy Milei fueron su primera gran estocada política a la cúpula del Poder Judicial. Antes de asumir, el líder libertario había dicho que su intención era elegir a un postulante para el máximo tribunal en “acuerdo” con Cúneo Libarona, y con los jueces de la Corte Suprema. Pero finalmente no fue así.
En Balcarce 50 consideran que el máximo tribunal ya pudo haber fallado a favor del Decreto de Necesidad y Urgencia (70/2023) en alguno de los expedientes que tiene por este tema. Cuando la Cámara del Trabajo frenó la reforma laboral del megadecreto, el Poder Ejecutivo buscó apelar el fallo justamente para que llegara al máximo tribunal en busca de su aval.
Ya en el comunicado que la Casa Rosada emitió la semana pasada, cuando el Senado se aprestaba a rechazar el DNU, el Gobierno dio señales de que pretendía que la Corte se expidiera prontamente.
Rosatti, no obstante, dijo la semana pasada que “no se cumple con la seguridad jurídica y se la desafía cuando se judicializan cosas que tienen que ser resueltas por la política”. Muy cerca de Milei hoy mostraban su decepción: “Nosotros consideramos que el DNU está en la Corte y que lo tenía que resolver la Corte”.
Así, a tres meses de asumir, el Gobierno consideró que transcurrió el tiempo que le quería dar a la Corte para que se expresara por el DNU, es decir, por el tema que más le preocupa a Milei. Y decidió avanzar con las nominaciones de forma unilateral -a sabiendas del malestar que podría generar en Rosatti, Rosenkrantz y Maqueda- para cambiar el perfil del máximo tribunal, en un gesto de desafío político.
Cúneo Libarona, el ministro del área, no encabezó la comunicación oficial de los postulantes a jueces supremos, pese a la relevancia institucional de la noticia. El funcionario estuvo lejos de la decisión que se cocinó en la mesa chica de Milei. Allí tiene cada vez más injerencia el segundo en el Ministerio de Justicia y flamante representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura, Sebastián Amerio, que conoce mejor que nadie en el organigrama libertario al máximo tribunal porque fue prosecretario de la Secretaría Penal de la Corte.
Milei tampoco le anticipó la decisión a Victoria Villarruel, que ayer estuvo reunida a solas con él en la Casa Rosada. El comunicado de la Presidencia se publicó esta tarde, luego de que Joaquín Morales Solá anticipara en su columna en LA NACION el malestar que había en una mayoría de los jueces supremos por la promoción de Lijo.
La vicepresidenta será quien ahora deberá buscar los avales para Lijo y García-Mansilla. Se necesitan dos tercios de la Cámara alta. Una nueva prueba de altísima dificultad política que volverá a poner a prueba la relación de la Casa Rosada con el Senado.