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Las películas siempre son preguntas que nos hacemos

Desde el 28, se puede ver en los cines la película Como el mar, que cuenta con los protagónicos de Sofía Gala Castiglione y Zoe Hochbaum, quien además de actuar, fue la coguionista junto a Gustavo Gersberg y también asumió la producción desde Orca Films. La dirección fue de Nicolás Gil Lavedra y se sumó en un pequeño papel la internacional Carmen Maura. El film viene precedido de sus participaciones en los festivales de cine de Málaga, Punta del Este y Miami. Hay que subrayar que tanto Zoe Hochbaum como Sofía Gala Castiglione son pañuelos verdes, militantes de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, aprobada en el 2020.

—¿Por qué el título original de “Cabo Polonio” se transformó en “Como el mar”?

HOCHBAUM: Cabo Polonio, si bien caracteriza a la película, sentí que la condicionaba mucho. Es un lugar que no todo el mundo conoce y la verdad es que no reflejaba el corazón, era como algo geográfico. La energía del film siempre había sido el mar, no por nada mi personaje se llama Azul. El mar tiene eso de lo vinculado: ¿cuál es el principio y el fin?

—¿Qué te llevó a aceptar? 

CASTIGLIONE: Me interesó mucho que la escritora fuese joven, cuando escribió el guión tenía diecisiete años y me parecen muy interesantes las nuevas voces. Siento que esta meritocracia de ganarse el derecho de piso es espantoso. Es egocéntrico el no querer dar vía libre a los que vienen después. Es la mirada de una joven sobre la maternidad en estas nuevas generaciones que han logrado tener una visión menos prejuiciosa, más libre y real en donde habitan los grises.

—¿Qué buscaron contar?

H: La importancia para nosotros de esta película y a mí que me toca a nivel personal son los vínculos, no los grises, ni las etiquetas. Desde chica ya escribía y siempre tuve la necesidad de hacerlo, ahí nacieron los guiones. Las películas son preguntas que nos hacemos, que no siempre tienen respuestas. Hacer una película es también una incertidumbre, por más que tengas un guión y actores espectaculares. Primero fue obra de teatro, pero se hizo película, luego apareció Nico (Gil Lavedra), después Sofía (Gala Castiglione) y también Carmen (Maura). La maternidad siempre se la vinculó con un mandato, no con un deseo y más allá del concepto será deseada o no será, por siempre es mi bandera.

—¿Cómo fue filmar con Carmen Maura?

C: Ya había filmado con Carmen Maura cuando hicimos Tetro, de Francis Ford Coppola, en 2007/2008. Habíamos pegado en ese momento una muy buena onda. Mientras filmaba la película me quedé embarazada y con ella hablábamos mucho de la maternidad. Es hermoso trabajar con Carmen, para mí es un referente. Antes de conocerla había visto muchas películas que me hicieron querer ser actriz, como La comunidad o Mujeres al borde un ataque de nervios. Ella como actriz transmite en la cámara, siempre me conmovió muchísimo y aparte es un referente como persona. Tiene sencillez, calidez y humildad, además aprende todo el tiempo de vos y te permite aprender de ella. Creo que parte de ser genial y no ser el monstruo cinematográfico que es, fue también aceptar esta propuesta, porque le encantó que fuera una joven guionista. Es una mujer que juega todo el tiempo. Para mí es la base de nuestro trabajo y de nuestra vocación, cuando dejás de jugar y te empezás a tomarte a vos mismo muy en serio, perdiste.

H: Más allá de la experiencia artística que es lo primero que una se pregunta, para mí es mucho más importante lo humano. Carmen generó un vínculo humano muy fuerte y hermoso, hablo con ella todas las semanas, nos actualizamos y con Sofía lo mismo. Son dos intérpretes que no solo te ayudan a hacer buena actriz, sino que te hacen buena actriz. Es imposible actuar mal al lado de ellas. Una podría llegar a pensar que te opacan y es todo lo contrario. Son compañeras maravillosas que están todo el tiempo potenciando tu verdad.

—¿Por qué elegiste a un hombre para dirigir este mundo tan femenino?

H: Es que Nico (Gil Lavedra) no es cualquier hombre, es muy especial y lo conozco desde hace mucho. No es invasivo, tiene una mirada de una persona con mucha sensibilidad, amorosidad y templanza. Estuvo todo el tiempo abrazándonos y acompañándonos. Lo primero que hice con él fue Las grietas de Jara. Recuerdo los miedos que tenía, se los confesé y él me subrayó que mi personaje era una adolescente como yo y que las respuestas las tenía yo misma. Hicimos en el teatro el unipersonal La ventana del árbol y Ana Frank, donde también me dirigió. Ahora terminamos un documental sobre los vuelos de la muerte (Traslados).

—¿Te sentis una actriz de cine?

C: Amo el cine. Sí siento que es el primer lugar donde se me abrieron las puertas, siempre se me aceptó casi sin prejuicios desde mi primera película. Fui considerada por los directores, por los productores y por la crítica. Traía mucho prejuicio por ser la hija de mi mamá (Moria Casán), que a veces pareciera que es algo que te juega a favor, pero la verdad es que no.

—¿Son tiempos difíciles para el cine nacional?

H: Es una forma de resistir, de seguir defendiendo al cine argentino y la importancia de nuestro trabajo. La cinematografía es sostén, unión y fuentes de trabajo, nos da de comer. Nosotros como productores desde Orca Films quisimos hacerla, somos una empresa pequeña. Como el mar fue un voto de confianza por todas las personas que se sumaron confiando en una voz nueva. Ser chica para mí era un miedo y una desventaja, pero fueron muchos los que me apoyaron por mi edad y a la generación que represento. Si el Incaa no existe, si un Estado no nos da plata para hacer películas: ¿qué hacemos? ¿dejamos de hacerlas? El nivel de talento que hay en nuestro país se venera afuera, nuestro cine es muy respetado, pero pareciera que nosotros somos los últimos en enterarnos. En el Festival Iberoamericano de Málaga se presentaron tres ficciones argentinas el mismo día. 

C: ¿Qué siento? Tristeza y bronca, pero también creo que hay algo mucho más global en todos estos temas: ¿por qué llegamos hasta dónde llegamos? Creo que es algo global. Se intenta demostrar que el arte no es tan importante y que es entretenimiento, entonces lo pueden hacer uno o dos, los que tienen dinero. Lo veo en la música, en el cine o en el teatro. Creo que esto no es casual, mantener a los pueblos de desculturizados, quitarles la identidad cultural a los pueblos y que todo se vuelva frío y complaciente. Un hecho artístico es algo que te trasciende, que te modifica y que te sale del lugar. Mantener conforme a la gente, ya sea con lo políticamente correcto o con la frivolidad de no profundizar hace que nos mantengamos dormidos, quietos y eso para el poder es muy conveniente. Un pueblo sin cultura puede ser más fácilmente sometido y dominado. Creo que nos tenemos que enfocar en el por qué llegamos hasta acá, por qué nuestro pueblo tomó estas decisiones, que nos hicieron creer que eran necesarias. Para mí el tema del dinero en el Incaa es una excusa clasista. Creer que la gente sólo necesita comer y nada más. La cultura se encuentra en todos lados. En cualquier barrio humilde, tanto en Buenos Aires como en otros sitios del país y del mundo te vas a encontrar con músicos, poetas, artistas de todas las ramas, de todas las clases y de todas las formas que te puedas imaginar. Somos seres humanos que necesitamos la expresión artística desde el comienzo de la historia.

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