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«La industria del deporte es una dictadura de resultados»

«Salud mental y psicología del deporte: fundamentos prácticos», se llama el último libro de Marcelo Roffé, el psicólogo especializado, que escribió junto a David Peris-Del Campo, Pablo Jodra y Francisco García Ucha. En este trabajo desgranan puntualmente los trastornos que suelen afectar a los competidores de alto rendimiento, a tres meses del inicio de los Juegos Olímpicos de París.

-¿Cómo definieron el perfil del libro?

-El libro nació de lo que venimos observando en los últimos tiempos. Hubo varios deportistas de élite que visibilizaron el tema de la salud mental, y lo pusieron en primer plano. Ahora recuerdo a (la gimnasta artística estadounidense) Simone Biles, que pateó el tablero en los Juegos Olímpicos de Tokio. Ella fue una de las 300 chicas abusadas por el ex médico de la Selección de gimnasia estadounidense (Larry Nassar), y tuvo el valor para retirarse de esos Juegos durante la final por equipos de gimnasia artística, alegando problemas de salud mental. También está el caso de (la tenista japonesa) Naomi Osaka, que se retiró de Roland Garros en 2021 porque la obligaban a brindar conferencias de prensa y ella no estaba bien anímicamente. Osaka admitió que padecía situaciones de depresión. Ahí hay dos mujeres en plena revolución femenina. 

-¿Y a partir de ellas qué ocurrió?

-Nosotros empezamos a detectar esos casos, sumado a (Emiliano) «Dibu» Martínez, que si bien no dejó de jugar, dijo que estuvo cerca de abandonar y que tuvo que empezar un tratamiento con psicólogo. Anteriormente, estuvo el de (el exarquero italiano) Gianluigi Buffon, que escribió una carta acerca de su depresión. También está (el futbolista español) Andrés Iniesta, que en su libro reconoció que cayó en una depresión muy fuerte luego de la muerte de su amigo Daniel Jarque, exjugador de Espanyol de Barcelona. Se puede mencionar también al basquetbolista español Ricardo «Ricky» Rubio, que dejó la NBA por inconvenientes de salud mental. Lo peor fue lo de Santiago «Morro» García, el uruguayo que se suicidó cuando jugaba en Godoy Cruz. 

-¿Cómo profundizan esos temas?

-Esto lo venimos diciendo hace mucho. El primer libro data de 1999, que es «Psicología del jugador de fútbol: con la cabeza hecha pelota», y el segundo es «Fútbol de presión», del año 2000. En este último escribí sobre Mirko Saric, el chico que jugaba en San Lorenzo y se quitó la vida en abril de 2000, y ahí digo que son seres humanos, de carne y hueso, y no son robots. Entonces, pasaron más de 20 años y no mejoró nada el fútbol. Hay una tendencia en la actividad actual de cuidar más el cuerpo que la mente. De hecho, hay seis equipos de los 28 de Primera División, que tienen psicólogo deportivo.

Roffé es psicólogo especializado en deporte. Imagen: Alejandro Leiva

Roffé, que tiene 22 libros (se pueden conseguir en el stand de Lugar Editorial de la Feria del Libro) publicados junto a diferentes colegas, se encuentra trabajando junto a la Selección de fútbol de Colombia que dirige el argentino Néstor Lorenzo. El atiende a figuras no sólo de esta actividad, sino de otras disciplinas. En su página web www.marceloroffe.com/#/ y también en sus redes sociales (@MarceloRoffé, IG: marcelo.roffe) se puede vislumbrar gran parte de su trabajo.

-¿Por qué es tan feroz la competencia?

-La industria del deporte de alto rendimiento es una dictadura de resultados. En esa maquinaria trituradora de carne no se salva nadie, tarde o temprano. El psicólogo deportivo trata de aportar un granito de arena, para que el deportista de élite no sufra, que controle bien las presiones, y que disfrute aún bajo presión. Un grupo pequeño puede lograr eso solos, y la mayoría necesita un trabajo profesional. Del deportista de élite sólo se ve el rendimiento. A la gente común, a los «haters» (odiadores) -personas que se dedican, a través de las redes sociales o comunidades a denigrar u ofender a una organización o persona-, a los que están en las redes sociales no les importa si tienen familia, o si transitan problemas personales. De hecho, (la exnadadora) Delfina Pignatiello abandonó después de que lo «haters» la vapulearon. 

-¿De qué manera los afecta?

-Hay un documental muy bueno de (el exnadador estadounidense) Michael Phelps, guionado por él, que se llama «El peso del oro», y muestra todos los que intentaron suicidarse luego de un Juego Olímpico, por el vacío anímico que sienten cuando finalizan. El se salvó porque recurrió a ayuda profesional, pero hubo otros que se suicidaron, y ahí lo muestra. Es muy bravo.

-¿Cuál es el tema que más envuelve al deportista en una charla con el profesional?

-En el libro hablamos de muchos temas. Las redes sociales se transformaron en una nueva presión. En un congreso en España expuse acerca de la manera en la que afecta la salud de los entrenadores y deportistas. Hay casos de futbolistas que después de una mala competencia cierran Facebook, Instagram o X. Otros prohíben los comentarios de la gente. Ese es un punto muy candente en las sesiones. 

-¿Las redes terminan siendo nocivas?

-Las redes son un arma de doble filo, las podes utilizar a favor, pero si no sabés manejarlo te puede jugar en contra, porque terminas siendo esclavo. Una vez, un deportista de élite vino a una sesión y se sentía muy angustiado por algo que le habían escrito en Twitter. Primero le dije que cierre la red, y segundo que había que trabajar el porqué le importa tanto lo que dice un desconocido. Por ejemplo, a (Gonzalo) Higuaín le hicieron un bullying (acoso) cibernético terrible. El filósofo surcoreano Byung-Chul Han dice que lo que era el «amén» de la iglesia, hoy es el «me gusta» de las redes sociales. O sea, hubo un cambio de religión. El dice que antes te explotaba la empresa, te explotaba la fábrica, y hoy nos explotamos solos. Antes nos ponían un detective para saber algo de nuestra vida, y ahora publicamos lo que comemos o lo que miramos. Con los teléfonos inteligentes, nosotros pasamos a ser el objeto, porque el inteligente es el teléfono y nosotros nos transformamos en estúpidos que dependemos de ellos.

El último libro de Marcelo Roffé. Imagen: Alejandro Leiva.

-¿La depresión y las adicciones son las causas en las que más suelen caer los deportistas?

-Sí. En el libro «¿Y después del retiro qué?», cuidamos mucho el tema de la depresión, para que no termine en una melancolía y en un intento de suicidio. Ese fue el caso de (el exfutbolista) Julio César Toresani, que fue el que nos inspiró el libro. La depresión, saliendo del deporte, es una enfermedad silenciosa que tiene más del diez por ciento de la población mundial. El suicidio, para la Organización Mundial de la Salud (OMS), se da uno cada 40 segundos. En las adicciones, hicimos trabajos que comprueban que el retiro puede llevar a alguien a caer en una de ellas. El extenista Gastón Gaudio declaró una vez que la adrenalina que tenía en el deporte, nunca más la pudo sustituir salvo en el casino. Ahí viene el tema de la ludopatía, por la cual muchos han perdido casas, autos, camionetas, departamentos. El casino tiene algo muy perverso, que no es de día ni de noche. Después está el alcohol y las drogas. El «Coya» (el exfutbolista Humberto Daniel) Gutiérrez murió de cirrosis hepática después del retiro. Los casos más recientes con consumo de sustancias son los de Ezequiel Lavezzi y Daniel Osvaldo. 

-¿La falta de formación en muchos deportistas de élite sigue siendo un problema?

-Ese problema es cada vez menor. En el año 2019, cuando trabajamos en las inferiores del club Lanús, empezamos a hacer talleres pensando en el día después del retiro. Entre los menores pasa que de 100 chicos llegan tres a Primera División, y esos 97 deben tener aspiraciones o recursos para conseguir un trabajo mejor. Lo que inducimos es al estudio y también a aprender un oficio, que sepan hacer algo. Muchos jugadores van a entrenar a la mañana, luego duermen la siesta, y después no saben qué hacer. Lo de la formación académica es bastante triste en este país. Entre los jóvenes, y saliendo del fútbol, uno de cada dos no terminó el secundario. Y en el fútbol es peor, uno de cada tres terminó el secundario. En este momento, en el fútbol argentino, ninguno tiene un título universitario. En Italia, el 20% se gradúa en la Universidad. Y el 70% termina el colegio secundario. 

-¿La palabra fracaso es aplicable en el deporte?

-En Argentina se etiqueta muy fácil al éxito o al fracaso. No nos olvidemos que a Messi lo resistió el 30% de la población durante años, y después se dieron vuelta rápidamente. Todo porque no había salido campeón. Para mí, lo que se llama normalmente fracaso es frustración, y éxito es alegría o logro alcanzado. Bielsa dijo que en el Mundial 2002 se fracasó porque no pudieron pasar la primera ronda, eso se puede entender por cómo llegó el equipo a ese Mundial, después de hacer una eliminatoria brillante. 

Roffé dialoga junto a una foto con la compañía de Messi en el fondo. Imagen: Alejandro Leiva

-¿Qué sería para vos el fracaso?

-El fracaso es dejar de intentar. Winston Churchill (exprimer ministro del Reino Unido) decía: «El triunfador es el fracasado que nunca dejó de intentar». El mejor resumen. La gente cree que vos llegás al éxito sin pasar por el fracaso. No es así, al fracaso no podés saltearlo, lo tenés que transitar.

-Más allá del entrenamiento en un deportista, ¿la salud mental es la que determina todo?

-El 25% es táctico, otro 25% es habilidad o técnica, otro 25 es físico, y el otro 25 mental. En deportes individuales tal vez lo mental es el 30%. Pero ese porcentaje es muy importante. (El neerlandés) Johan Cruyff​ decía que al fútbol se juega con la cabeza, no con los pies. Al ajedrez se juega con la cabeza no con las manos. La orden para tomar una decisión parte siempre de la cabeza. 

-¿Los casos de los que terminan mal luego de haber sido estrellas a qué lo atribuyen?

-Está el caso de (el exatleta paralímpico sudafricano) Oscar Pistorius, que en el mejor momento de su carrera y por exceso de droga mató a la novia. El dijo que la confundió con un ladrón. Existe lo que los psicólogos en el deporte llamamos «el veneno del éxito». Cuando mejor estás, puede aparecer algo inconsciente de perderlo todo y desmoronarse. Pero todos los fenómenos son multicausales, y puede ser por los malos entornos. Hay amigos que se acercan sólo cuando estás en la cumbre, y no saber pedir ayuda a tiempo es clave. Cuando la burbuja del competidor de élite se pincha queda un vacío insustituible. 

El especialista posee una gran cantidad de camisetas obsequiadas por figuras. Imagen: Alejandro Leiva

-¿El dinero es un factor de desequilibrio mental?

-Puede ser. Si vos estás a la deriva y no tenés un círculo íntimo que te contenga, tener mucho dinero puede disparar para cualquier lado. 

-¿Con los deportistas amateur el trabajo mental es diferente?

-Vos los estás formando como personas. El trabajo con ellos es de más responsabilidad. Si bien no están cerca de las tentaciones a las que pueden estar expuestas las grandes figuras, se los prepara como seres humanos, porque existe la frase triste que dice «conocí muchos cracks que ahora son delivery». Entonces, uno le brinda los recursos para que el día de mañana puedan desenvolverse en la vida de manera criteriosa e importante. 

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