Lejos de lo que dijo públicamente, el Presidente está en alerta por la nueva composición del Máximo Tribunal. La reunión con Lorezetti, clave para el armado judicial del Gobierno
Javier Milei y Ricardo Lorenzetti se conocieron personalmente cuando el Presidente era diputado nacional. El relato, que los dos transmiten, dice que el libertario le pidió al juez una audiencia para conversar y que se descubrieron llenos de impensadas coincidencias. Un encuentro de varias horas en el despacho de madera oscura, lámparas de estilo romano, bibliotecas cargadas y sillones tapizados en cuero bordó del cuarto piso de la Corte Suprema.
Ahí supieron que tenían intereses comunes: en principio, intelectuales. Compartieron la fascinación por algunas vertientes económicas aplicables a la teoría de los contratos, un objeto de estudio y divulgación sobre el que el magistrado tiene publicados tres tomos y diversos papers y conferencias.
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“No está loco Milei cuando aplica las teorías del mercado a la organización de la familia”, le gusta decir a Lorenzetti sobre algunas frases del mandatario que en su momento causaron polémica. Dicen que hablaron también de la relevancia de la teoría del juego aplicada a los contratos. Y que el juez sostenía haber leído la escuela austríaca para la redacción de sus libros. Puros likes.
El vínculo, que empezó hace dos años, no se reactivó hasta que Milei se convirtió en un presidenciable. Entonces, el teléfono volvió a sonar. Y fueron descubriendo que compartían más intereses que los libros. Básicamente, los de la dinámica del poder.
Lorenzetti, que este año cumple su 20 aniversario en el Máximo Tribunal, encontró fuera del Palacio un atajo para lo que se truncó adentro. Nada menos que un Presidente que acepte su visión de las cosas. Un hombre necesitado de entender el Poder Judicial para poder gobernar. La sucesión de encuentros fue siguiendo a ritmo acelerado: en el hotel Libertador que usaba Milei antes y después de asumir; en la quinta de Olivos periódicamente. Por teléfono, cada vez que haga falta.
El fruto de las reuniones
En esas conversaciones, se diseñó lo que ya se sabe: la candidatura de Ariel Lijo al Máximo Tribunal del país y un plan bastante más ambicioso sobre la relación de fuerzas en conflicto en la Corte Suprema, un movimiento fuerte y polémico que en un inicio pareció una batalla para demostrar que no podían ganar y que se demostró todo lo contrario: un operativo sigiloso por prosperar en esta misión de la que participa de una manera u otra, la mayoría de los actores del sistema político.
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Una trama de colaboración mutua entre gobernadores e integrantes de los libertarios, el PRO, la UCR y el peronismo, que se está dando sin grandes obstáculos y con movimientos autónomos, que tendrá en poco tiempo una exposición más pública. Una jugada en el terreno de Victoria Villarruel, que combatió esta designación pero ahora se muestra más colaborativa.
Es un sendero lleno de incógnitas todavía, que incluye la posibilidad de que los dos tercios de los votos que se necesitan para aprobar a un juez del Alto Tribunal, se conforme -como ha pasado tantas veces- gracias a algunas ausencias a la hora de levantar la mano, una manera más confortable de aprobar sin poner la cara. Una coreografía de la casta.
Sólo por enumerar algunos temas, en la Corte Suprema están acumuladas causas de intereses múltiples, algunos muy actuales. Varios expedientes del “señor del Tabaco” desde su Tabacalera Sarandí en contra del impuesto que es objeto de una enorme polémica y lobby en la ley Bases, decenas de recursos de CFK y otros imputados en la causas Hotesur, Sauces, Cuadernos. El cuestionamiento a la doble pensión que recibe como viuda de un expresidente y expresidenta.
Aparecen Luis Caputo, actual ministro de Economía, en una acusación de retención indebida de unos bonos durante el gobierno de Macri; Federico Sturzenegger en la causa de dólar futuro. Hay expedientes muy trascendentes sobre dónde debe tramitar comercialmente la causa Correo y un viejo amparo de los legisladores del Parlasur para cobrar su sueldo.
También, por supuesto, todas las demandas de las provincias a la Nación (que suelen implicar costosas consecuencias económicas) para el Tesoro y que preocupan particularmente al Gobierno. Relevar los expedientes de la seguridad social sería infinito. Esto es un repaso superficial. La acumulación de causas es sustantiva desde siempre. Los temas son todos. ¿Milei se tentó con el camino corto en ese pantano?
El Gobierno mira con extrema atención todo lo que esté por salir en la conformación actual del Tribunal. Circulan expedientes que preocupan a pesar de las buenas noticias que recibieron con algunos fallos de rechazo a las presentaciones por el DNU de inicio de su gestión.
Macri está de vuelta
Hay un dilema abierto en Mauricio Macri. El miércoles asume formalmente la presidencia del PRO, ahora tiene sus últimos días de paseo por Europa, pero llegará el domingo con una agenda de entrevistas que pospuso hace dos meses cuando volvió de Cumelén pensando en levantar el perfil.
Su expectativa es exponer el apoyo imprescindible de su tropa a la ley Bases y probablemente preguntarse si no es momento de recibir, no solo de dar. También es posible que retome la duda sobre si era necesario proponer a Lijo como juez de la Corte. Ya lo hizo a media voz. Ahora recibirá a su exministro de Justicia, Germán Garavano, para definir posición. A su alrededor creen que fallan quiénes piensan que la postulación del juez es sólo una movida del Presidente. Hay que mirar con atención la intensa conversación entre el magistrado y los gobernadores. La agenda no incluiría solamente su designación. Es un tema que interesa mucho a Karina Milei.
Volviendo a Macri, hay un asunto dentro del propio bloque PRO en el Senado: no todos los senadores son macristas. Sobre todo Guadalupe Tagliaferri, que responde directamente a Larreta, que parece entender que el juez federal es una posibilidad razonable y de consenso.
Lijo, se sabe, tiene la causa del Correo. No sería necesariamente un problema para el expresidente -podría ser todo lo contrario- que el magistrado asuma en la Corte y deje su puesto en Comodoro Py vacante. Es posible que para cuestionarlo, Macri elija argumentos de institucionalidad y de género. Ocuparía el lugar de Elena Highton de Nolasco y no hay prevista una mujer como candidata. Algo que Javier Milei decidió denegar personalmente a pesar de que le habían propuesto a la entrerriana Susana Medina, presidenta de la Asociación de Mujeres de Jueces de la Argentina, una magistrada que había hecho un recorrido intenso -que incluyó foto con Karina Milei y conversación con Eduardo Eurnekian- para estar entre las elegidas. Ella es ahora una de las que está impugnando ante el ministerio de Justicia por la falta de equidad para ocupar los cargos.
El apoyo de Milei
“¿Quién metió preso a Boudou? Me parece que cuando usted entra en esos detalles puristas, creo que eso se lo puede encontrar a todo el mundo”, defendió Milei hace unos días a su candidato. “Tengo el culo limpio, no necesito que la Corte me salve, por eso puedo hacer las reformas”.
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El Presidente avanza con la certeza de encuestas que le dicen que no es un tema que preocupe a la sociedad. Pero sabe que a él si. El 9 de mayo cierra el proceso de impugnaciones y adhesiones y desde entonces tendrá quince días para mandar los pliegos al Senado de la Nación.
Restan apenas seis días para que se cierre el proceso de impugnaciones y de adhesiones a los dos candidatos, Lijo y García Mansilla. El acceso a los documentos que los avalan o cuestionan requiere un tramite personal según dispone el artículo 4 del decreto 222/05. La estadística de objeciones y avales no está siendo difundida por el ministerio de Justicia aunque tendrá la obligación de hacerlo la semana que viene. ¿Qué nombres hay apoyando que todavía no pueden revelarse? ¿Cuántos cuestionamientos se acumulan?
“Si no lo hacés ahora, no lo hacés más”, le recomendó Lorenzetti al Presidente. Es evidente que le está haciendo caso.