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Es un hermoso momento para Pavement

Bob Nastanovich puede que sea la persona más simpática de la galaxia. Por supuesto, aquí, en la Argentina, es adorado principalmente por una cosa absolutamente maravillosa: su rol en Pavement, la que él define como “una banda de los años 90 que todavía suena por suerte en algunas casas”. Pavement toca el 15 de mayo en C Complejo Art Media, y así vuelve al país una banda que generación, valga oro la redundancia de bandas, considera una de sus influencias directas. Para muchos aquí, Pavement es un planeta, no un puntito del indie de los años 90, de sus guitarras, de su pop distorsionado, de sus himnos para perdedores. Se ríe también de su otro trabajo, que tiene poco que ver con el rock, y más con la crianza de caballos de carreras, ser agente de jockeys y otras cosas que solo suman a su leyenda. Bob es también leyenda indie por Silver Jews, otra joya de la corona que muy pocos usan. Y Bob, volvemos, es un ser que al menos siendo entrevistado parece poder reírse de todo: de interrupciones comunes en Zoom, de cortes a la hora de afeitarse, de sí mismo, pero nunca, nunca, de sus fans. Nastanovich de hecho se sonríe, se frena y piensa: “Es algo que siempre me ha impresionado. Hablo sobre los fanáticos que tenemos en América Latina. Pavement para mí es algo que nunca creí saber que podría llegar a ser. Vuelvo a esta expresión: para mí somos una banda de los años 90 que sigue dando vueltas. Una más. No mucho más que eso. Siempre supimos que sin Stephen Malkmus nadie nos hubiera escuchado más allá de nuestro garage. Aunque claro, a veces ni me avisaba que tocabamos y veía afiches en la ciudad. Somos una banda de los años 90. Nada más. Y los veo, veo que me cuentan de nuestra influencia, y me siento un poco, no sé, sin entender. Entiendo que llenamos conciertos, pero de verdad una de nuestras virtudes fue nunca creer que éramos más que lo que éramos: gente que quería tocar rock en un momento donde se escuchaba el rock que queríamos tocar. Cuando ahora nos juntamos a tocar, es todo alegría para mí. Y cansancio, claro. Pero la posibilidad que ahora aparece, de ir a Chile, a Uruguay, de volver a la Argentina. Yo soy un no-músico. Siempre he tenido miedo de que descubran que soy un impostor. Aún así, mucha felicidad de visitar la Argentina otra vez”.

—¿Qué creés que representa entonces Pavement en el panorama de las bandas, que crearon una cultura en los años noventa?

—No puedo negar el genio de Malkmus, sin dudas. Lo cierto es que siempre nos sentimos un punto, algo que de casualidad estaba ahí. Pero, dios, disfrutamos mucho todo lo que pasó. Otra vez: es impresionante ver la pasión que muchos de nuestros conciertos despiertan, porque es algo que ¿cómo puedo esperar que dure décadas? No sabíamos si íbamos a estar juntos la semana que viene. Y ahora, estoy acá, hablando con vos, de otro tour, y no puedo dejar de pensar en todo lo que ha pasado. En estos momentos, todos somos muy felices de tocar juntos. Ahora todo es pura felicidad, apreciamos los momentos que estamos juntos. Nos impresiona mucho cuando vemos fanáticos de 20 años, de 30 años, es decir, gente que nació cuando nosotros tocábamos. ¿Cómo podemos esperar algo así? Aprendimos muchas cosas: a sorprendernos, a perder. Por ejemplo, yo nunca me vería como un ganador, pero no puedo dejar de observar lo mucho que Pavement me ha dado y lo mucho que le ha dado a otros, y eso a veces se siente cercano a una victoria. Incluso te diría que se siente casi como una bendición. Por eso no puedo no sonreír cuando pienso en todo lo que se viene, sin dudas, es un hermoso momento para tocar en Pavement.

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Lejos de la nostalgia

J.M.D.

“Que yo diga que Pavement es una banda de los años 90 no quiere decir que yo crea que somos un producto de la nostalgia”, dice Bob Nastanovich. “Eso me gusta aclararlo, porque no siento seamos una banda que suena a algo que no se puede escuchar ahora. Seguro las modas son otras. Pero sin nunca poder reconocer del todo cuando la gente nos dice que los hemos influenciado, sabemos que hay algo ahí afuera”. Nastanovich siempre sonríe, nada lo dice con seriedad pero sí con el corazón a la vista: “Hemos errado muchas veces, no entendimos quienes éramos, y ahora sí lo entendemos. Pero eso viene con la edad, he visto a muchas cosas desintegrarse, y el hecho de vernos juntos en un escenario tocando me conmueve. Muchas veces me preparó de maneras que sorprende a todos: veo shows de la banda, y veo lo que hice, y digo, bueno, esta vez haré esto distinto, aquello mejor. Siempre somos inmensamente felices de poder tocar nuestra música. Y somos tan buenos como siempre hemos sido, eso que quede bien claro. Un poco más viejos. Un poco bastante más viejo, pero todavía podemos rockear. Siempre hay nervios, ¿quién no tendría nervios? No hay forma que no sea así, no es lógico si nos tenés. Como te decía antes, no queremos sea un show de nostalgia, queremos un show de rock, sin un presente potente, sin un show que te pasé por encima, entonces solo te quedan ver todo con ojos de nostalgia. No es lo que yo soy, ni remotamente. No es lo que Pavement es. Cada show de Pavement es una cosa muy distinta a otra que ya hicimos. Siempre nos hemos manejado así, en las buenas y en las malas, en las terribles y las gloriosas. Y así seguiremos haciéndolo”.

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