Tras la cosecha de 22,10 millones de toneladas en la campaña 2021/2022, el mercado argentino de trigo administra pobreza en cuanto a volumen. El derrumbe a 12,60 millones de toneladas provocado por la sequía en el ciclo 2022/2023 y los todavía magros 15,90 millones de la actual temporada agrícola configuraron un escenario alcista para los precios del grano fino y una invitación a sembrar para muchos productores que hoy le permite a la Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyectar un área 2024/2025 de 6,2 millones de hectáreas, un 5,1% mayor a la anterior, de 5,9 millones de hectáreas.
En el Matba Rofex la recomposición de los precios del trigo tuvo su punto de partida poco menos de dos meses atrás y que ahora parece consolidarse por el repunte de las cotizaciones del cereal en el mercado mundial. Entre el cierre del viernes 15 de marzo y ayer la posición julio del cereal en la plaza de futuros agrícolas argentina aumentó un 24,9%, al pasar de 203 a 253,50 dólares por tonelada. Para el contrato diciembre, que marca el ingreso de la nueva cosecha en el circuito comercial y que concentra el mayor volumen de operaciones actualmente, la mejora en el segmento analizado fue del 22,7%, luego de una transición de 191,50 a 235 dólares por tonelada.
Ayer la Secretaría de Bioeconomía argentina informó que el valor FOB del trigo para los despachos entre mayo y julio fue de 274 dólares por tonelada y para los embarques entre agosto y abril, de 262 dólares, valores que implicaron subas del 6,2 y del 5,6% respecto de los 258 y de los 248 dólares por toneladas vigentes el viernes anterior.
Para las dos principales plazas trigueras de Estados Unidos el repunte de los precios del cereal tuvo su punto de arranque tras el cierre del miércoles 17 del mes pasado. Desde entonces, el contrato julio en Chicago y en Kansas subió un 20,1 y un 18,3%, al pasar de 202,90 a 243,77 y de 209,05 a 247,35 dólares por tonelada, respectivamente.
A la suba de precios por escasez del mercado doméstico, en el nivel internacional se agregaron varias razones alcistas. Entre ellas, el conflicto bélico en Medio Oriente, una zona altamente demandante de trigo que podría acelerar compras ante un agravamiento de las tensiones entre Israel e Irán para fortalecer las reservas estratégicas de países como Egipto, Irak, Arabia Saudita y de los dos implicados en el diferendo, y los ataques cada vez más frecuentes de Rusia sobre objetivos clave en Ucrania, entre ellos, plantas de acopio de granos en las zonas portuarias o las vías férreas que abastecen las terminales ubicadas sobre el Mar Negro y sobre los puertos del río Danubio.
A estos fundamentos alcistas latentes se sumó recientemente la chance de que la India, el segundo mayor productor mundial de trigo detrás de China, deba reabrir sus importaciones, prohibidas en 2022, tras ver caer en abril sus reservas estratégicas al nivel más bajo en 16 años, con 7,50 millones de toneladas, según informó la Corporación de Alimentos estatal de la India.
Y en las últimas dos semanas se impuso como un factor alcista casi excluyente para el mercado internacional el clima en Rusia, el principal exportador mundial de trigo. Primero fue la falta de lluvias en el sur del país, que es la región que aporta cerca del 40% del total de la cosecha, y en los últimos días se agregaron las heladas tardías en el centro y en el sur, con temperaturas que cayeron hasta los -5ºC, que llevaron a tres provincias –u óblast, tal como se las denomina en la región– a declarar el estado de emergencia por el impacto de las heladas sobre las plantas. “Las heladas que azotaron los cultivos desde principios de mayo tuvieron consecuencias catastróficas”, dijo ayer Igor Artamonov, gobernador de Lipetsk.
De los 94 millones de toneladas proyectados para la nueva cosecha de trigo de Rusia –comienza entre mediados y fines de junio– por la consultora SovEcon, especializada en el comercio agrícola de la zona del Mar Negro, pasó ahora a estimar 89,60 millones de toneladas por estas adversas condiciones ambientales que mantienen en jaque los buenos augurios iniciales.
“Después de un invierno favorable, Rusia estaba preparada para otra gran cosecha de trigo. Sin embargo, en los últimos dos meses se produjo un importante deterioro de las condiciones climáticas, incluida una ola de calor anormal, sequía y, recientemente, heladas. Aún no se determinó el alcance total de los daños causados por las heladas de esta semana, pero es posible que se produzcan más reducciones en el pronóstico de la cosecha de trigo de 2024″, dijo ayer Andrey Sizov, director General de SovEcon, firma que estimó en 92,80 millones de toneladas la producción rusa en 2023.
En su nuevo informe mensual, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) proyectó ayer la cosecha de trigo de Rusia 2024/2025 en 88 millones de toneladas y sus exportaciones, en 52 millones, frente a los 91,50 y a los 53,50 millones estimados para el ciclo 2023/2024. En cuanto a Ucrania, el organismo calculó la producción y las ventas externas del cereal en 21 y en 14 millones de toneladas, por debajo de los 23 y de los 17,50 millones de la campaña anterior.
En este reporte el USDA proyectó la próxima cosecha de trigo de la Argentina en 17 millones de toneladas y las exportaciones, en 11,50 millones. Quizás, el atractivo que ahora ejercen los mejores precios y el buen balance hídrico que evidencian las principales regiones productoras logren impulsar no solo la intención de siembra, sino el uso de tecnología que apuntale la búsqueda de mayores rendimientos.