No hay vuelta atrás: la Inteligencia Artificial (IA) está entre nosotros y no queda más que amigarnos con ella para aprovecharla y evitar riesgos. La IA, como es de suponer, también ingresará con más fuerza a las aulas. Se quiera o no, redefinirá el ámbito educativo con oportunidades para un aprendizaje más dinámico, innovador y creativo. Pero, lógicamente, para que esto ocurra los docentes necesitan capacitarse y reconfigurar su rol.
“El ingreso de la IA a las aulas representa una verdadera revolución, no sólo por las herramientas que ofrece, sino también porque fomenta un aprendizaje más personalizado, interactivo y creativo”, subraya Romina Sabia, profesora de inglés, especialista en IA, facilitadora del uso de herramientas de IA en educación y coordinadora de nivel medio en la Sociedad Argentina de Inteligencia Artificial (SAIA), una organización sin fines de lucro dedicada a investigar y a concientizar sobre el desarrollo ético de la IA.
La experta apunta que estas tecnologías son una puerta para que los estudiantes trabajen en proyectos multidisciplinarios, integrando el conocimiento de manera práctica, visual y auditiva. “Este cambio trae consigo desafíos importantes, como la necesidad de que los docentes reciban capacitación adecuada en el uso de estas herramientas y en la ética de la IA, ya que deben estar preparados para gestionar los datos de los estudiantes y asegurarse de que las tecnologías se usen de forma responsable”, remarca Sabia.
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Agrega que la mayoría de los docentes tiene una comprensión escasa de la tecnología y, en ocasiones, miedo a integrarla. “Para sacar el máximo provecho de la IA, es esencial una formación profunda”, advierte.
En este punto, afirma que los educadores deben familiarizarse con los conceptos principales de la IA, cómo se alimenta y el funcionamiento de cada herramienta, además de reflexionar sobre los riesgos relacionados con la privacidad y la precisión de los datos generados (posibilidad de sesgos y errores).
“Con la capacitación adecuada, estas tecnologías pueden enriquecer la experiencia educativa, además de automatizar tareas repetitivas como la corrección de ejercicios o la creación de actividades”, dice Sabia.
María Cristina Kanobel, doctora en enseñanza de las Ciencias, investigadora y especialista en entornos virtuales de enseñanza coincide en que el rol docente se debe reconfigurar apoyado por las tecnologías generativas. “Considero necesario formar tanto a estudiantes como al profesorado en competencias digitales que trascienden el uso básico instrumental, fomentando un entendimiento crítico de cómo funciona la IA y sus implicancias éticas”, sostiene.
Calidad y equidad
Kanobel señala que la IA no aparece en 2022 con la irrupción de ChatGPT sino que viene desarrollándose desde 1950. Explica que si bien no hay acuerdo sobre una definición de IA, la Unesco habla de “sistemas que simulan procesos cognitivos humanos” para realizar tareas específicas. “Este concepto amplio refleja que no existe una sola IA, sino una diversidad de tecnologías con capacidades diferentes: desde chatbots como ChatGPT hasta sistemas de análisis de datos o simuladores educativos”, remarca Kanobel.
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La experta remarca que siguiendo las recomendaciones del organismo de las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura, la integración de IA en educación debe enfocarse en la mejora de la calidad y equidad educativa y promover el desarrollo sostenible. “A partir de la irrupción de la IA generativa del tipo textual, como ChatGPT, de fácil acceso y uso sencillo, no sólo se transforman las prácticas pedagógicas, sino también el rol del docente y las competencias necesarias de la ciudadanía de este siglo”, dice Kanobel.
Alfabetizaciones aumentadas
En sus investigaciones, Kanobel desarrolla el concepto de “la escalera de la IA”, que propone tres niveles de integración de la IA en educación.
–En un nivel básico: la IA como herramienta con aplicaciones específicas para tareas básicas concretas.
–En un segundo escalón: la IA como copiloto, con un conocimiento mayor, para usar como colaboradora.
–En un peldaño más avanzado: la IA como entidad autónoma, que permite decisiones propias en entornos controlados.
“La aparición de estas herramientas demanda una alfabetización tanto en estudiantes como en docentes, que incluye comprender cómo funcionan estas herramientas y sus limitaciones, evaluar críticamente los resultados que generan y reflexionar sobre la privacidad de datos y su impacto ético y social”, insiste.
En este sentido, habla de las “alfabetizaciones aumentadas” necesarias en este siglo, que no sólo se limitan al uso técnico de las herramientas, sino que incluye comprensión crítica. “La alfabetización en IA se convierte en una competencia transversal, necesaria para estudiantes y docentes, y para la ciudadanía en general”, dice.