El olor a gas fue lo primero que desacomodó la rutina de Palermo. Eran poco más de las nueve de la mañana cuando un estruendo seco interrumpió el zumbido de las máquinas que repavimentaban los carriles del Metrobus sobre la avenida Juan B. Justo. Una retroexcavadora perforó un caño maestro y, desde entonces, el aire de la zona quedó impregnado de un peligro invisible que obligó a desplegar un operativo de magnitud: SAME, Bomberos de la Ciudad, Defensa Civil, la Policía y cuadrillas de Metrogas.
“Se sintió como una explosión, un ruido fuerte, y al minuto ya estábamos con el olor insoportable a gas. Fue automático, empezaron a correr los vecinos y enseguida llegó la policía”, contó Luis Ramírez, kiosquero de la esquina de Juan B. Justo, que tuvo que bajar las persianas de su local.
El escape, visible a la distancia como un chorro blanquecino que se elevaba varios metros, ocurrió a las 9.25 y obligó a cortar el tránsito desde avenida Santa Fe hasta Paraguay. Las líneas de colectivo fueron desviadas y en las veredas sólo se veían ambulancias y autobombas.
El tren San Martín también fue interrumpido y comenzó a circular limitado entre Pilar y Villa del Parque. “Nosotros estábamos esperando el tren cuando nos dijeron que se había cortado el servicio. Al principio no entendíamos nada, después vimos el humo a lo lejos y el olor era tremendo. Había gente con chicos que se asustó mucho”, relató Rocío Fernández, de 32 años, vecina de Palermo que viajaba hacia Devoto.
Si bien el operativo dispuso una distancia prudente entre la gente y la fuga de gas, el olor se sentía y hacía picar los ojos de quienes se acercaban a ver lo que pasó. El incidente ocurrió justo frente a un importante hospital privado de la zona y al shopping Distrito Arcos. Si bien en la clínica no hubo evacuados, los locales ubicados sobre Paraguay sí fueron vaciados de gente.
“Empezamos a escuchar como un chorro de agua fuerte y después el olor era impresionante. Ahí empezamos a salir y vimos cómo ese humo blanco que salía. Nos pusimos barbijos que nos habían quedado en el depósito de la época del Covid y salimos”, dijo Yohana Rios empleada de un comercio de ropa.
El operativo y el efecto del agua
Desde temprano, los bomberos desplegaron dos líneas de agua sobre la fuga, lo que le llaman hidrolización. Desde el SAME explicaron a Clarín que ese mecanismo se usa para rodear el gas, encapsularlo y poder visualizar cómo se dispersa. El agua sirve para ver la trayectoria de la fuga y evitar que se acumule en forma de nube densa.
Ese mismo detalle lo reforzó Alejandro Nicolau, vocero del SAME: “El agua ayuda a disipar el gas y a marcar cómo se mueve en el aire. Es una tarea preventiva fundamental mientras Metrogas trabaja en prensar el caño maestro para reducir la presión”.
Entre el miedo y la espera
Aunque el shopping Distrito Arcos y la Clínica Los Arcos permanecieron en funcionamiento, varias viviendas linderas fueron desalojadas, pero voluntariamente, de manera preventiva.
Martín bajó con sus dos perros, Lula y Boni. “Yo me levanté por el ruido que escuché. Me armé una mochila y me bajé con mis mascotas. Tampoco vino alguien a decirnos que bajemos. Lo arreglamos todo en el grupo del edificio y nos auto evacuamos porque el olor era muy fuerte. Y tenía miedo de desmayarme en mi casa o que le pase algo a ellos”, explica a Clarín mientras mira a sus mascotas.
El temor se hizo sentir sobre todo entre quienes tenían familiares internados. “Yo venía a ver a mi papá, que está en terapia intensiva en la clínica. Cuando llegué me dijeron que no habían evacuado, pero el miedo es que en cualquier momento lo hagan. Imaginate lo que sería sacar a pacientes entubados… es desesperante”, contó con angustia Mariana López, de 45 años, con los ojos puestos en la puerta del sanatorio.
Otros, en cambio, seguían con la vida interrumpida en la vereda. “Lo increíble es que hay gente que se puso a fumar. Un desastre. Los bomberos les gritaban que apaguen los cigarrillos, porque si esto prende fuego explota todo”, agregó el kiosquero Ramírez.
A una cuadra de la fuga alguien encendió una fogata al costado de las vías de la estación Palermo. “Hace cinco minutos empezamos a ver humo. No sabemos quién fue pero estamos esperando que llegue un equipo de bomberos para apagarlo. Es increíble que alguien haga esto”, dijo un agente de tránsito.
En el lugar trabajaron 12 móviles del SAME entre ambulancias, motos y unidades especiales, además de una segunda cuadrilla de Metrogas que inició tareas desde la mano contraria de Juan B. Justo. Según el servicio médico de la Ciudad, “no hubo asistencias médicas ni traslados”.
El titular del SAME, Alberto Crescenti, había resumido esta mañana la situación con crudeza: “Es mucha presión la que está saliendo. Se percibe fuerte olor en toda la zona, pero por suerte no hubo que asistir a ninguna persona”.
La postal al mediodía era la de un Palermo paralizado: autos desviados, colectivos fuera de recorrido, vecinos detrás de los vallados, médicos y bomberos en tensión. La incertidumbre se mezclaba con la rutina suspendida.
Mientras los bomberos hacían la hidrolización, cerca de las 13.55 llegó maquinaria pesada de Metrogas para realizar el cierre del caño de alta presión. Se cortó el fluido metros antes de donde la retroexcavadora lo rompió. Lo que permitió que deje de ventear el gas. Luego, los operarios comenzaron con la reparación definitiva del caño afectado.
“Yo me iba a trabajar y terminé acá, mirando cómo tiran agua al gas. Nunca vi algo así en mi vida”, cerró sorprendido Julián Ortega, empleado de una mensajería, mientras observaba cómo el chorro invisible seguía dibujando su amenaza en el aire.
Al ser un caño de acero encamisado de media presión, el prensado llevaba tiempo de trabajo. No era inmediato, según explicaron a Clarín operarios que trabajaban en en lugar. El escape fue controlado cerca de las 16.50.
MG