Según los últimos datos de Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo, en promedio las mujeres siguen ganando un 20% menos que los hombres. Además, solamente el 28% ocupa cargos con responsabilidades de gestión. “Cobran menos, ascienden con menor frecuencia, se les pasa por alto como candidatas al liderazgo, se las interrumpe en las reuniones, se las margina de proyectos clave y tienen más probabilidades de sufrir acoso, microagresiones y desgaste profesional”, afirman desde ONU Mujeres en su página web.
Pero, aunque es cierto que las brechas persisten y que esto se debe en gran parte a la segmentación/feminización y división de tareas por género, también hay ejemplos de buenas prácticas.
De acuerdo con el último reporte oficial del gobierno de Islandia, por ejemplo, entre 2019 y 2023 la brecha salarial de género ajustada (esto es, la que compara salarios de hombres y mujeres de las mismas características como ocupación o nivel educativo) se redujo del 4,4% al 3,3%. En términos no ajustados (sin tener en cuenta las variables mencionadas más arriba) la diferencia pasó del 13,9% en 2019 al 9,3% en 2023. Este porcentaje ubica al país en 6 puntos porcentuales por debajo del promedio general.
La principal herramienta con la que cuenta es una “certificación de igualdad salarial”, cuyo fin es hacer cumplir la legislación vigente, que prohíbe prácticas discriminatorias basadas en género y exige que hombres y mujeres reciban los mismos salarios y condiciones de empleo. La certificación es obligatoria para empresas de 25 o más trabajadores. “La certificación de igualdad de remuneración tiene por objeto confirmar que cuando se adoptan decisiones sobre el salario se basan únicamente en consideraciones pertinentes”, explican en el sitio web del gobierno.
En el caso del sector público, aclaran, “los ministerios desembolsan los salarios de acuerdo con la escala y la naturaleza del trabajo y tienen en cuenta los requisitos necesarios para llevarlo a cabo, independientemente del género”.
En Nueva Zelanda se aplica un mecanismo de consulta y reclamo por diferencias salariales basadas en género. Según datos oficiales, entre 2017 y 2022 105 mil mujeres recibieron una corrección en sus ingresos luego de presentar su caso ante las autoridades. La ley establece que es posible hacer una denuncia cuando un trabajador o trabajadora considere que no recibe la misma remuneración que un colega y compañero de trabajo por la misma actividad. En la página del gobierno se pueden consultar escalas salariales por sector y casos específicos de empleos altamente feminizados como la enfermería, los cuidados y la educación.
En Francia, desde 2020, las empresas con más de 50 trabajadores deben calcular su índice de igualdad en base a una serie de parámetros y publicarlos al inicio del tercer mes de cada año. Según los datos de 2024, el 93% tuvo un resultado superior a 75 sobre 100. El documento destaca que el 98% de las compañías debe seguir haciendo esfuerzos para avanzar en la igualdad entre hombres y mujeres: los informes son tal vez un instrumento de presión, pero no una estrategia completamente efectiva –aunque existen multas para algunos de estos casos–. Las últimas encuestas revelaron que el 28% de las empresas cumple con una paridad o casi paridad, que el 32% tiene menos de dos mujeres entre los salarios más altos y que más de 4.000 compañías no registraron ningún progreso desde 2021.
En Bélgica las empresas también están obligadas a reportar avances en este sentido. Este país, de acuerdo a la información oficial, es el de menor brecha salarial de Europa: la diferencia entre ingresos de hombres y mujeres fue del 0,7% en 2023. En la última década, explican, se lograron reducir 6,8 puntos porcentuales de distancia.
El seguimiento, la posibilidad de denunciar y recibir una respuesta parecen ser la clave cuando la discrepancia entre los salarios está relacionada –o parece estar directamente vinculada– con el género.
En Argentina, donde el actual presidente, Javier Milei, ha afirmado en más de una oportunidad que esta cuestión no es más que un mito ya que si existiera “las empresas estarían llenas de mujeres”, la brecha está por encima del promedio mundial: el último informe del Indec señaló que el salario medio de los hombres para el primer trimestre del año fue de $ 1.003.072, mientras el de las mujeres de $ 710.703, una diferencia del 29,1%.