Cuando el domingo por la noche se cuenten los votos, lo central del resultado no será, ni de cerca, la nueva composición de la Legislatura bonaerense.
La extrema tensión con la que se viven los días previos da cuenta de que lo que hasta hace poco se presentaba como una elección relativamente apática se ha convertido en un gran test político, inscripto dentro de una crisis nacional. Con tiempos que se han acelerado de forma vertiginosa en las últimas semanas, lo que está en juego cada día para el experimento libertario es la posibilidad o no de seguir gobernando como lo venía haciendo hasta hace pocas semanas. La sola posibilidad de que una nueva derrota electoral pudiera retroalimentarse desde el lunes próximo con la crisis económica y social hace que desde las usinas libertarias se esperen los resultados del domingo aguantando la respiración. El cuadro, a su vez, no hace más que agravarse cuando se pone la mirada en el largo plazo y se inscribe este panorama dentro de una crisis más de conjunto, que es la del régimen político que ha visto fracasar a sus distintos gobiernos en los últimos años.
Al gobierno nacional, en la previa, se le quemaron todos los papeles, teniendo que pasar obligadamente del libreto que contenía una ofensiva apelación a pintar todo de violeta para poder aplicar reformas estructurales en la segunda parte de su mandato, a tener que vivir en modo de operativo de emergencia para proponerse como máximo intentar apenas que la elección del domingo no actúe demasiado como un acelerador de un posible fin de ciclo adelantado de la experiencia de La Libertad Avanza. El calendario de esta batalla se extiende hasta el 26 de octubre, pero un oficialismo en crisis hoy a lo más que puede aspirar es a intentar apagar los incendios día a día y jugarse a salir lo menos mal parado de la elección del domingo para tratar de ganar tiempo en la gestión de la crisis. Aún, así, puede fallar. Habrá que esperar al domingo.
Efectivamente, ni en la peor pesadilla libertaria se iba a llegar a esta elección con una crisis multidimensional en todos los terrenos, el político, el económico, el social y el de su legitimidad moral.
La sola enumeración de los problemas de las últimas semanas da cuenta del escenario: el Karinagate que puso al desnudo la corrupción de la máxima cúpula del gobierno; el protagonismo de las internas y de las operaciones de inteligencia que tienen al oficialismo en estado de paranoia; la censura previa al periodismo que busca inútilmente combatir la percepción masiva de que se roba mientras se ajusta en las áreas más sensibles como discapacidad o jubilados; un presidente y uno de sus principales candidatos que se convierten en meme después de tener que huir humillados de un acto en Lomas de Zamora; las denuncias por sobreprecios en el PAMI; un largo encadenamiento de derrotas legislativas que ponen en cuestión el esquema de gobernabilidad; la derrota electoral del pasado domingo en Corrientes donde La Libertad Avanza quedó cuarta; y una gestión de la economía en estado de improvisación permanente basada en un solo objetivo, que es mantener el precio del dólar como sea hasta las elecciones de octubre.
Batallando contra lo imposible, este miércoles el gobierno quiso, torpemente, hacer un acto de cierre de campaña que, en lugar de ser un hito para intentar revertir la situación, puso aún más en evidencia su debilidad: las imágenes aéreas demostraron que más allá de las puestas en escena para las cámaras, Javier Milei habló en Moreno en un acto semivacío y teniendo que ser custodiado por un desmesurado operativo de seguridad. La casta tiene miedo, y además su repertorio discursivo sonó a desgastado: un intento de polarización senil con el kirchnerismo.
Este jueves, por si fuera poco, el gobierno volvió a sufrir nuevas derrotas legislativas, conseguidas como producto de la persistente lucha en las calles, cuando el Senado volteó el veto de Milei a la Emergencia en Discapacidad y aprobó también un proyecto que pone límites al presidente en el uso de los DNU, lo cual, de consolidarse en Diputados, iría contra uno de los ejes del esquema de gobierno de La Libertad Avanza. De fondo, se inscriben también internas entre distintos grupos y facciones capitalistas que, frente a la crisis e inviabilidad del plan de Milei, empiezan a discutir cómo condicionar al gobierno y también incluso a moldear el posmileismo. Estas derrotas parlamentarias, así como el surgimiento del bloque de gobernadores (Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Jujuy, Chubut, Santa Cruz) son parte de esas movidas de sectores que apoyan los planes de ajuste y reformas estructurales pero buscan una derecha viable y orgánica a las grandes patronales del campo y otros sectores empresariales.
En otro plano estratégico, estas semanas el gobierno perdió un capital que muy posiblemente sea irrecuperable: sus planes de ajuste han quedado manchados para siempre y se han vuelto ilegítimos incluso para sectores que habían votado a Milei. Núcleos centrales del relato como aquello de que se venía a ajustar a la casta o que el plan económico era el único posible y que no había alternativa, han quedado enterrados por la evidencia de que se hacen negocios millonarios con la caja del Estado. La Corrupción Avanza.
Esa situación no sería tan mala para el gobierno si no estuviera íntimamente entrelazada, además, con la precariedad del esquema económico. Las advertencias le llegan cada vez más al gobierno incluso desde voces ultraneoliberales como Domingo Cavallo (quien volvió a hablar críticamente esta semana) o desde economistas ortodoxos como Ricardo Arriazu, quien este miércoles, en declaraciones radiales, advirtió que “Si el dólar se escapa, se acabó todo. Dicen los politólogos que el apoyo al Gobierno predomina en varones jóvenes, pobres y con poca educación. Están enojados con lo anterior y lo apoyan por la esperanza de que bajen la inflación y la pobreza. Si eso se da vuelta por un salto inflacionario o caída de la actividad, chau Milei”.
Aquellas duras palabras de Arriazu fueron en el marco de una semana que volvió a colocar al riesgo país cerca de los 900 puntos, al dólar en la mira tras arrancar el lunes subiendo a pocos días de las elecciones del domingo y al gobierno tirando manotazos de ahogado para no perder del todo el control de esa última variable a la cual se aferra desesperado en su dramática carrera hasta el 26 de octubre. El plan de Caputo, si es que existe tal cosa, estalló en abril y fue rescatado por el FMI: después el ministro se gastó todos esos dólares para sostener el tipo de cambio y no le alcanzó; luego subió las tasas de interés a niveles récord empujando la economía a un comienzo de recesión, pero tampoco fue suficiente; y ahora el ministerio de Economía anunció esta semana que comenzó a vender dólares para intervenir en el mercado cambiario. Los desequilibrios evidentes de todo este accionar ponen de manifiesto que el esquema económico tiene desequilibrios insostenibles por todos lados y también que el relato del liberalismo y del libre mercado ni ellos lo pueden sostener: el Estado está interviniendo con todo en el precio del dólar, que es uno de los principales precios de la economía.
Para el pueblo trabajador, todas estas son advertencias de que es necesario acelerar los preparativos para intervenir en la crisis. Tanto por las ajustes, como por las tendencias recesivas de la economía y por una posible devaluación, antes o después de octubre, es posible que se profundicen los ataques. Por estas horas, hay luchas emblemáticas como la de los obreros de Siderar en San Nicolás, en la que es la principal fábrica del país, propiedad de Paolo Rocca. Esa dura pelea por salarios se combina con otras que recorren el país contra los despidos en distintas áreas, así como con las peleas más simbólicas contra los recortes, como las de discapacidad, jubilados o el Hospital Garrahan, entre tantas otras.
Estas luchas es necesario impulsarlas, rodearlas de solidaridad y coordinarlas para ganar. Pero además es necesaria una durísima denuncia a la burocracia sindical de la CGT que está en una tregua total con el gobierno justamente en el momento en el que su debilidad permitiría enfrentarlo y derrotar sus planes. Pero más aún: no solo hay referentes como Gerardo Martínez que participan de la mesa del Consejo de Mayo con funcionarios y empresarios para negociar una futura reforma laboral, sino que esta semana algunos de los jerarcas de la CGT vienen de protagonizar una escena de obscenidad política al participar del evento por los 80 años del Grupo Clarín confraternizando con el máximo poder económico y político del país. Quizás la foto más arrastrada de los últimos meses fue la que mostró en esa fiesta en el Teatro Colón a Gerardo Martínez junto a Paolo Rocca de Techint, mientras el empresario multimillonario despide, precariza y ajusta. Junto a él estuvieron Andrés Rodríguez de UPCN y José Luis Lingieri de Obras Sanitarias.
Es por eso que es necesario recuperar las organizaciones desde abajo para la lucha e imponerle otro rumbo a las organizaciones sindicales, para luchar por un paro general activo y un plan de lucha en la perspectiva de la huelga general para derrotar a Milei, el FMI y los grandes empresarios.
Sin embargo, junto con las luchas por las demandas inmediatas y contra el plan del gobierno, es necesario también discutir una salida a la crisis propia del pueblo trabajador, ya que por estas horas no se juega tan solo el destino del gobierno, sino también qué oposición es necesario construir.
Mientras que existen sectores que intentan empezar a perfilar una nueva derecha posmileísta, también el peronismo se prepara para intentar capitalizar el descontento, pero repitiendo la misma fórmula del Frente de Todos, armando listas electorales plagadas incluso de ex funcionarios de Alberto Fernández y sin salir de la crisis, las internas y la falta de propuestas programáticas que lo llevaron a su situación actual, luego de haber demostrado que no puede sacar los pies del plato del régimen del FMI cuando le tocó gobernar, lo cual le abrió paso a la ultraderecha.
La izquierda, por el contrario, no solo está en las luchas y planteando otro programa de salida a la crisis favorable a las grandes mayorías, sino que también está llevando adelante una gran campaña electoral que recibe gran simpatía popular, porque ante la podredumbre del régimen y el descontento también con el rumbo que ha tomado el peronismo en la oposición, sin renovación, sin programa y sin oposición firme a Milei en el Congreso y en las calles, se valora cada vez más a los militantes y a los referentes del Frente de Izquierda que están siempre presentes en las luchas, sin especular, y siempre del mismo lado.
Por estas horas, son miles los que hacen llegar su apoyo en cada lugar de trabajo, de estudio y en cada barrio y que se suman a una campaña militantate, expresando también en cada recorrida y en cada actividad militante que Nicolás del Caño es uno de los nuestros, y poniendo en valor la orientación de la izquierda, que desde el principio del gobierno de Milei, así como bajo el gobierno pasado, estuvo presente en cada pelea, poniendo el cuerpo, enfrentando la represión, bancando en las marchas masivas pero también en las más difíciles, al revés de tanto burócrata que se acomoda y especula. Y, asimismo, defendiendo las libertades democráticas, como haber rechazado la cárcel y proscripción contra Cristina Kirchner (aún cuando el propio kirchnerismo dejó de luchar por su libertad) o estando en la primera línea de la pelea contra la censura, como estuvo Christian Castillo esta semana poniendo su banca al servicio de esa batalla en el Congreso Nacional.
Este domingo, acompañanos con tu voto. Vamos por conquistar más bancas para las luchas, pero también para que en esta crisis siga creciendo una voz independiente del gran poder económico y para juntar más fuerzas para las próximas etapas de la lucha, cuyos ritmos, inexorablemente, se aceleran, y exigen también un desafío superior como es la construcción de un gran partido de la clase trabajadora.