Aunque los autos automáticos son cada vez sean más comunes, en las calles argentinas todavía prima la transmisión manual. Y, en este tipo de vehículos, las malas formas de manejo pueden repercutir negativamente en el embrague. Este es el elemento que permite la transferencia de potencia del motor a la transmisión de manera suave y controlada.
Su función principal es desacoplar temporalmente el motor de las ruedas, permitiendo cambios de marcha y detener el vehículo sin apagar el motor. Es esencial preservarlo debido a su rol crítico en la conducción e integridad del vehículo en general. Mantener el embrague en buen estado no solo garantiza el funcionamiento adecuado y seguro del rodado, sino también un consumo más eficiente.
A continuación, los cinco errores más comunes que pueden dañarlo y consejos prácticos para saber cómo evitarlos y contribuir a una mayor vida útil de esta pieza mecánica.
Pisar el pedal del embrague rápidamente y soltarlo de golpe al arrancar ejerce una presión excesiva sobre el disco del embrague debido a la rápida transferencia de potencia que ocurre entre el motor y la transmisión en un corto período de tiempo. Lo recomendable es hacer arranques suaves.
Cuando se pisa el pedal del embrague, se desacopla el motor de la transmisión, permitiendo que el motor gire libremente. Esta rápida transferencia de potencia genera una gran cantidad de fricción entre el disco del embrague y el volante de inercia, que es la parte conectada al motor. El disco del embrague está compuesto por un material de fricción que se desgasta con el tiempo y el uso normal. Sin embargo, cuando se ejerce una presión excesiva sobre este disco debido a un arranque brusco, se acelera el desgaste del material de fricción.
Además, el impacto repentino sobre el disco del embrague puede causar desgaste irregular en su superficie, y resultar en una menor eficiencia de la transmisión de potencia y una respuesta menos suave al pisar el pedal del embrague en el futuro.
2. Mantener el pedal del embrague pisado
El segundo error frecuente es manejar con el pie apoyado sobre el pedal del embrague. Es una mala práctica estandarizada en las ciudades, donde las paradas y arranques son más frecuentes y, en consecuencia, se cambia más de marcha.
Al colocar el pie sobre el pedal, aunque solo sea una leve presión, se mantiene el disco del embrague en contacto constante con el volante de inercia del motor, lo que puede generar fricción continua y sobrecalentamiento que, a la larga, puede provocar deformaciones en el disco del embrague y otros componentes del sistema.
También puede impactar en el consumo de combustible, aunque no significativamente, debido al aumento de la carga sobre el motor. En este caso, lo recomendado es usar el pedal del embrague solo cuando sea necesario, como al cambiar de marcha o al detener el vehículo.
Intentar arrancar en una pendiente sin usar el freno de mano puede someter el embrague a una tensión excesiva, porque la carga total del vehículo va al embrague. Esta presión adicional puede causar un desgaste prematuro en el disco del embrague, ya que está soportando el peso del vehículo en una situación de estrés prolongado.
Además, en situaciones donde el vehículo está detenido en una pendiente sin el freno de mano aplicado, existe un mayor riesgo de que el embrague se deslice mientras se intenta arrancar. Esto ocurre cuando la presión sobre el pedal del embrague no es suficiente para mantener el vehículo en su lugar, lo que resulta en un desgaste excesivo del material de fricción del disco del embrague.
Al arrancar en una pendiente, lo sugerido es usar el freno de mano para mantener el vehículo detenido mientras se libera gradualmente el embrague.
4. Pisar “a medias” el pedal
La cuarta mala práctica está relacionada con la gradualidad inadecuada: la pisada progresiva del embrague. Opuesto al freno y al acelerador, el pedal de embrague tiene que apretarse a fondo. Si se pisa el pedal de embrague con todo, el disco se apoya por completo y uniformemente, sin fricciones en falso.
De lo contrario, no se activa el sistema de manera correcta y se producen fricciones continuas entre las piezas, cosa que, posiblemente, significa un desgaste prematuro del sistema.
Son muchos los conductores que en un embotellamiento o semáforo rojo, en lugar de poner punto muerto, mantienen la primera marcha metida con el pie pisando el embrague. Esto puede perjudicar el funcionamiento del embrague, en primer lugar, porque contribuye al desgaste continuo del disco de embrague y del rodamiento de empuje, a raíz de la fricción continua que, a su vez puede provocar un sobrecalentamiento del embrague que también dañe otros componentes