La actual disputa entre Los Chapitos, hijos de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, y La Mayiza, facción liderada por el hijo de Ismael ‘El Mayo’ Zambada, ha transformado el panorama del crimen organizado en México desde el pasado 9 de septiembre, fecha en que inició la guerra interna del Cártel de Sinaloa.
Aunque este conflicto tiene características propias, las comparaciones con la guerra que el cártel sostuvo contra los Beltrán Leyva en 2008-2010 son inevitables. En una entrevista con Adela Micha para su programa “Me lo dijo Adela”, los periodistas Ioan Grillo y Luis Chaparro señalaron las similitudes y diferencias entre ambas confrontaciones, destacando cómo la lucha actual podría tener consecuencias aún más devastadoras.
La guerra entre el Cártel de Sinaloa y los Beltrán Leyva se desató tras la captura de Alfredo Beltrán Leyva, alias ‘El Mochomo’, en 2008. Esta detención, supuestamente facilitada por Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, marcó el fin de una de las alianzas más poderosas del narcotráfico y llevó a una declaración de guerra por parte de Arturo ‘El Barbas’ Beltrán Leyva. Este enfrentamiento dejó miles de muertos y marcó una etapa de violencia focalizada en regiones estratégicas.
Ioan Grillo, periodista especializado, recordó cómo la violencia de aquella época se caracterizó por enfrentamientos directos entre ambos grupos, señaló que era una guerra abierta, pero mantenía ciertos límites, pues ambos grupos operaban bajo estructuras centralizadas que definían claramente a sus enemigos y objetivos.
En contraste, el conflicto actual en Sinaloa surge de una fractura interna dentro del mismo cártel. La Mayiza, representada por quienes apoyan a Ismael Zambada García tras su entrega a Estados Unidos, enfrenta a Los Chapitos, una generación más joven que busca consolidar el control de Culiacán y ampliar su dominio en el mercado de drogas sintéticas, como el fentanilo.
Luis Chaparro, experto en narcotráfico, señala que esta guerra interna presenta dinámicas más complejas. Aclaró que lo que comenzó como una disputa por el control territorial ahora es una batalla entre generaciones con estilos diferentes de operación, llegando al grado que la violencia se ha extendido de manera indiscriminada, afectando directamente a la población civil.
Por un lado, tanto la guerra con los Beltrán Leyva como la actual disputa entre Chapitos y Mayiza tienen como eje central el control de rutas estratégicas hacia Estados Unidos. Aunque la segunda fue nutrida por una venganza, ahora se ha convertido en una lucha territorial.
Asimismo, en ambos casos el reclutamiento masivo de jóvenes como “carne de cañón” ha alimentado la violencia, generando oleadas de enfrentamientos en las zonas urbanas y rurales de Sinaloa.
En la entrevista, Ioan Grillo explicó que los Chapitos han intensificado el reclutamiento de jóvenes para sostener la guerra contra la Mayiza, una estrategia que recuerda a conflictos previos como el del Cártel de Sinaloa contra los Beltrán Leyva. Estos jóvenes, muchas veces provenientes de contextos vulnerables, son entrenados rápidamente y enviados a combatir en las disputas territoriales.
Grillo señaló que este reclutamiento masivo convierte a los jóvenes en “carne de cañón”, similar a lo ocurrido durante la guerra en Ciudad Juárez entre 2008 y 2010. Aunque reciben pagos mínimos, su participación en los enfrentamientos alimenta la violencia indiscriminada en lugares como Culiacán, donde el conflicto interno del Cártel de Sinaloa ha escalado sin precedentes.
Finalmente, en los dos conflictos, las comunidades locales han sufrido secuestros, extorsiones y desplazamientos, aunque el impacto actual parece más profundo en áreas urbanas como Culiacán.
La guerra contra los Beltrán Leyva ocurrió en un contexto donde las organizaciones criminales tenían estructuras más centralizadas. Arturo Beltrán Leyva y El Chapo Guzmán eran figuras claramente identificables, lo que daba a la lucha un carácter directo.
Por el contrario, el conflicto actual entre los Chapitos y la Mayiza se desarrolla en un entorno más fragmentado, lo que ha llevado a que la población también perciba los conflictos de manera diferente.
Grillo indicó: “Ahora es peor en cantidad de muertos que estamos viendo, peor con los desaparecidos, pero también cómo está reaccionando la gente. Hablan de que tienen miedo, que uno siente una ansiedad.”
Otra diferencia significativa es el tipo de drogas en disputa. Durante la guerra con los Beltrán Leyva, el negocio se centraba en cocaína y marihuana. Ahora, el fentanilo y otras drogas sintéticas, más lucrativas pero también más letales, son el principal motivo del conflicto.
Culiacán, que durante la guerra con los Beltrán Leyva permaneció relativamente seguro, ahora se ha convertido en el epicentro de la violencia. Actos como el abandono de cadáveres frente a la Universidad Autónoma de Sinaloa y los ataques al sistema de vigilancia C4 evidencian cómo las facciones buscan debilitar a las autoridades y enviar mensajes de poder.
Ambos expertos coinciden en que, si no se implementan estrategias efectivas de seguridad, esta guerra podría prolongarse durante años, con un costo humano y social incalculable.
“La violencia que estamos viendo en Sinaloa tiene el potencial de extenderse, y lo que preocupa es cómo este conflicto interno podría prolongarse por años si no hay una estrategia de seguridad efectiva”, advirtió.
Mientras tanto, la población sigue atrapada entre el fuego cruzado, con una creciente sensación de desesperanza. Como ocurrió durante la guerra con los Beltrán Leyva, muchos ciudadanos piden que uno de los grupos gane pronto, en un intento por recuperar algo de estabilidad, aunque sea bajo el control del crimen organizado.
“La gente ya estaba tan harta, tan desesperada y tan decepcionada del papel de las autoridades, que decía: ‘Que gane uno, que gane el que sea, pero que ya se acabe la violencia”, recuerda Luis Chaparro.
Ioan Grillo agrega que esta táctica de usar la violencia como herramienta de negociación es recurrente en los conflictos del narcotráfico en México. Resaltó cómo en la guerra de 2008 la violencia alcanzó niveles extremos hasta que una de las facciones logró establecerse como dominante, lo que permitió una aparente pacificación.
Ambos coinciden en que la actual guerra entre los Chapitos y la Mayiza sigue este mismo patrón, donde la violencia no solo sirve para consolidar territorios, sino también para generar caos y presionar tanto a rivales como a las autoridades para tratar de negociar.
A la pregunta sobre cuál de las dos facciones es más poderosa, Luis Chaparro aclara que tanto Los Chapitos como La Mayiza eran parte de una misma organización hace apenas unos meses, compartiendo rutas, infraestructura, redes de lavado de dinero y hasta vínculos familiares.
“Es complicado decir si uno es más poderoso que otro porque al final del día eran la misma organización. No estamos viendo al Cártel de Sinaloa contra los Beltrán Leyva o contra Jalisco; son ellos mismos utilizando los mismos recursos”.
Chaparro destacó que ambos grupos cuentan con recursos significativos y estrategias claras, lo que hace que la disputa sea especialmente intensa y prolongada.