sábado, 20 septiembre, 2025
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Un plan para el día después de las elecciones de octubre

No hay mejor dictamen que la experiencia. «Cuando las decisiones de los gobiernos son equivocadas y te debilitan, la evidencia comienza en el Congreso. O se cambia, o la crisis comienza a escalar. Es por ahí donde empieza. Los sectores medios te llevan al gobierno, pero no te avisan cuando los hartás. Se van a las 6 de la mañana y no te dejan aviso. Sobran ejemplos».

Este diagnóstico sobre la corrida política que desató la derrota del oficialismo en la provincia de Buenos Aires le pertenece a Mario Negri. Que, si tiene algo, es experiencia. Pertenece al espectro de los normales, los dirigentes del centro moderado que se han quedado, desde las presidenciales de 2023, sin representación electoral. Ese electorado es el que hizo presidente a Javier Milei pero que en el turno de revisión de 2025 le ha soltado la mano.

Es el electorado que, sin representantes en las elecciones de los grandes distritos, va el 26 de octubre a una disputa polarizada en la cual el peronismo parece ganar la vanguardia de la oposición.

En la semana que se inicia, un grupo de los dirigentes que intentan no ceder la delantera de la oposición al cristinismo, que triunfó en el distrito más grande de la Argentina por una diferencia abrumadora, buscará equilibrar el desbalance provocado por el gobierno con la sucesión de torpezas que llevaron en las últimas horas a una exasperación que rozó la médula de la gestión de Milei: el control financiero.

Puede haber esta semana una foto de los normales en un entendimiento para mostrar una oposición moderada y crítica, que condicione el apoyo que le han dado hasta ahora al gobierno, para evitar que conduzca al país a un desequilibrio político que frustre otro mandato presidencial.

La conjura de los normales buscará aportar algo de credibilidad a un gobierno que va a las elecciones con la necesidad de pasar el examen que ya ha reprobado en varios distritos. No está dirigido, es de imaginar, a que el electorado que representan cambie el voto. Es difícil que una campaña que modifique el voto, que en la Argentina es muy estable.

El apoyo al mileísmo le ha costado al PRO y a la UCR perder posiciones en las listas en donde hubo acuerdos entre La Libertad Avanza y lo que fue Cambiemos. La importancia que tiene es para preparar lo que vendrá después de las elecciones. No extrañe que quien emprenda ese camino de oposición razonable sea el propio Mauricio Macri, que esta semana ensayará una reaparición.

Hasta ahora se ha mantenido en un silencio que, en los hechos, es una posición crítica hacia el gobierno al que ha apoyado hasta el extremo de fracturar su propio partido.

Puede llegar a romper el silencio para darle una última chance de que repare la credibilidad herida que exasperó a los mercados, y llevó a algunos indicadores a niveles que expresan que el gobierno sufre un déficit político difícil de disimular como otros déficit. Macri, de puertas hacia adentro, ha dicho a los suyos que ha hecho todo lo que está a su alcance para sostener al gobierno, pero que Milei no ha entendido que no es un apoyo sin restricciones.

Lamenta que el voto de apoyo del PRO en el Congreso no es correspondido cuando el gobierno ajusta a las provincias ligadas al PRO como CABA, Entre Ríos o Chubut. Desde su retiro táctico habilitó un documento que le hace un guiño al gobierno por presentar un proyecto de presupuesto y por intentar el equilibrio fiscal –dos obligaciones reglamentarias; hacerlo es la misión del gobierno-.

Pero no fue más lejos que eso. En el think tank de su partido, la Fundación Pensar, su titular, María Eugenia Vidal, ya habla de la necesidad de construir el posmileísmo después de 2027.

Incautos, tocaron dos cables pelados

Esta legislatura termina con una derrota del oficialismo, que no logró el tercio para imponer los vetos. Grave: el tercio propio es el blindaje para un juicio político. ¿Cómo se le ocurre a un gobierno vetar si no tiene el tercio para insistir? El gobierno al vetar universidades y ATN tocó dos cables pelados que están en el centro de los debates presupuestarios.

Todos los gobiernos de los últimos 30 años han hecho contabilidad creativa al redactar presupuestos con metas de gastos y recursos dibujados. Con todos los gobiernos el acuerdo con la oposición se hizo con cargo a dos partidas: universidades – reserva cautiva del radicalismo – y provincias – patrimonio de los gobernadores.

La moneda de cambio para acordar era la «planilla complementaria», llamada por Raúl Baglini, la «planilla de la felicidad», sobre la que se garantizaban partidas para educación y para las provincias. Todo se resolvía discutiendo esos dos universos.

Y si quedaban diferencias, había un tercer ítem más resbaladizo que era el reparto de subsidios graciables a fundaciones, ONG y centros de estudios con raíz partidaria. Allí estaba la riqueza de las naciones. ¿Cómo se le ocurrió al gobierno tocar esos dos cables pelados?

Dos conductas clave

El intento de arrebatarle al peronismo la vanguardia de la oposición va a sumar a otros dirigentes que han tratado de mantener el equilibrio en el apoyo al gobierno desde una oposición crítica.

A este respecto, los dos hechos más importantes en el intento fueron el discurso de cierre del debate de los vetos en la Cámara de Diputados de Miguel Pichetto, y la ausencia de Juan Carlos Romero a la sesión que rechazó el veto a la coparticipación de los ATN el jueves en el Senado.

Romero ha sido el constructor de la mayoría de «Los 39» (hoy en dispersión) que le permitió al gobierno sobrevivir ante la primera minoría del peronismo en el Senado. Realista, Romero suele recordar el refrán español «Vinieron los sarracenos, y nos molieron a palos; que Dios ayuda a los malos, cuando son más que los buenos».

En una democracia mandan los votos. Fue el único ausente de una sesión que tuvo un récord de asistencia de senadores: son 72, y con la ausencia sin aviso de Romero, sesionaron 71. Romero deja su banca en diciembre, no va a la reelección y solo ha recibido desaires del gobierno al que ha servido con noción de Estado.

La política es un oficio al que se viene ya llorado, pero tiene motivo para fastidiarse al participar en una sesión donde manejan el recinto «los K» -según él entiende- a su gusto y capricho.

Atajo sorpresa para equilibrar

El discurso de Pichetto tiene también gravitación en este intento de quitarle al cristinismo la vanguardia de la oposición. Conoce esas entretelas como pocos y prestó un servicio a la moderación cuando desplegó un atajo para amortiguar la derrota del gobierno.

Apenas comenzó la sesión del miércoles, mocionó para que se votasen los vetos a universidades y Garrahan sin debates. Era un acuerdo conversado discretamente con varios bloques para conformar a las dos partes, torciendo lo que se había acordado en Labor Parlamentaria.

El gobierno estaba perdido y el «fast track» que gestionó el jefe de Encuentro Federal le achicaba el sufrimiento. Martín Menem es un estilista en la especialidad de alargar sesiones en donde el oficialismo es derrotado. Si pierden, movió Pichetto, que pierdan rápido.

Era también un atajo para impedir que durante una sesión que se esperaba durase 6 horas, el gobierno tuviese tiempo y comenzase a comprar voluntades en el recinto para frenar el rechazo a los vetos. Se discutió apenas una hora y media, y equilibró los tantos.

El «fast track» consistió en que solo hablasen los jefes de bloque, salvo aquellos que reclamaron por lo menos los dos minutos de micrófono para cortar el clip que después envían a YouTube.

Pichetto y el jefe del bloque de Unión por la Patria, Germán Martínez, lograron que sus diputados les cedieran los minutos. Pichetto se propuso que por su bloque Encuentro Republicano hablasen quienes son candidatos, como Oscar Agost Carreño o Margarita Stolbizer.

Estos cedieron su tiempo para darle al cierre de Pichetto una extensión y espesura que levantase, como ocurrió, el nivel del debate. «Con dos minutos de cámara no vamos a ganar ni a perder una elección», dijeron. El discurso de Pichetto es un programa de acciones y reproches que destacaron lo que la oposición razonable le ha dado al gobierno.

Vetan y después pagan

La conducta del oficialismo llegó al colmo de que el mileísmo ofreciese por los pasillos, en nombre del gobierno, darle el dinero a las universidades y a los hospitales al día siguiente de la sesión, a cambio de que le mantuviesen el veto.

Del extremo de esa táctica fue la propuesta, en plena sesión, del presidente del bloque de LLA, Gabriel Bornoroni, de proponer que se suspendiese el tratamiento de los vetos y que la cámara aprobase los aumentos a universidades y salud que el gobierno promete en el proyecto de presupuesto 2026, para pagarlos desde el mes de octubre de 2025.

En una confusa explicación, transmitió una iniciativa que la oposición le frenó. ¿Tenía la autorización del Ejecutivo para prometer tamaño gasto? ¿Y si le tomaban la palabra? Sirvió más para la chanza que para el reproche. ¿A qué interés servía esa idea, ya frenada en el gobierno, que rechaza pero que después concede pagando el costo del conflicto? ¿Lo sabía Alejandro Cacace, el único funcionario del Ejecutivo que se hizo ver en el palacio, controlando lo que se decía y lo que no?

El subsecretario de Reformas Estructurales del desregulador Sturzenegger seguramente hubiera entrado en pánico ante esa propuesta que adelantaba el debate del Presupuesto 2026, en contradicción con la política oficial de eludir cualquier control: el presupuesto, la justicia, el Legislativo, la AGN, etc.

Física política

Las derrotas en cadena del oficialismo en las dos cámaras del Congreso no son ningún misterio. Esa obvio que una minoría mínima no puede imponerse a las mayorías. Es física política. La oferta explicativa que controla el gobierno induce al error al decir que hubo alguna vez un Milei poderoso y popular que ahora ha perdido su fuerza y su popularidad.

Nunca tuvo el poder que se llora hoy en el oficialismo. Milei tuvo en la primera vuelta de 2023 29% de los votos y logró sumar, en el ballotage, el apoyo del electorado de Juntos por el Cambio y Hacemos de Juan Schiaretti. El único mandato que recibió fue que el peronismo no repitiera el resbaladizo cuatrienio de los Fernández.

No se entiende la corrida política que arrincona al gobierno sin tener en cuenta que el gobierno tuvo poder prestado para llegar al trono, pero que no ha acertado en honrar ese préstamo. Tampoco ha intentado construir poder propio, una quimera libresca. No se construye poder desde la cúpula. Se llega a la cúpula porque se tiene poder.

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